Mérito
REBELDÍA MURCIANA ·
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REBELDÍA MURCIANA ·
El éxito siempre requiere el esfuerzo de renunciar a algo valioso, ya sea tiempo o dineroHay un debate social permanente en esto del mérito, que ahora se ha puesto de moda por una combinación letal entre los que fracasan por ... no esforzarse y los que triunfan pero quieren dejarle claro a todo el mundo que pertenecen a una condición social distinta a eso tan vulgar que para ellos es la clase media.
Nacer en una buena familia es una ventaja respecto a no hacerlo, es evidente. No es lo mismo pasar la infancia desatendido sin ningún tipo de estímulo intelectual que hacerlo en una familia acomodada en la que la máxima preocupación de un niño es estudiar para que su madre le compre la Play Station 27, que supongo que ya iremos por ahí. La cuna es una tabla de salvación para el fracaso más que una garantía de éxito, porque ser un zoquete cuando puedes vivir del monedero familiar toda la vida tiene un riesgo infinitamente menor que el caso equivalente cuando no se tiene colchón detrás.
Pero de la misma forma que los orígenes son una ventaja, probablemente también sean el mayor inconveniente para generaciones de bienintencionados vividores. Es mucho más fácil entender el valor del dinero cuando alguna vez te has preocupado por no tenerlo, o de lo importante que es labrarse un futuro profesional digno cuando entiendes que el destino de tu existencia depende única y exclusivamente de tu esfuerzo y no del de tus padres, abuelos o cualquier familiar de 5º grado que decida compartir sus riquezas contigo.
En esto del mérito a veces pensamos que hablamos solo de una cuestión meramente económica o profesional, pero aplica a todos los ámbitos de la vida. Esencialmente parte de un concepto que probablemente sea disruptivo, pero que es la lección más valiosa que se le pueda transmitir a alguien: nadie merece nada. No merecemos un trabajo digno, ni un salario alto ni una buena familia ni probablemente tampoco la felicidad. El mundo se divide precisamente entre los que han entendido este concepto, es decir, que creen que el destino no les va a regalar nada y por tanto deben esforzarse por conseguirlo; y aquellos que viven frustrados porque desde el sofá de casa su cuenta corriente no se transforma mágicamente en la de Amancio Ortega.
El mundo no es justo, pero la justicia a veces se consigue peleándola. Contra los designios de la salud no se puede hacer casi nada, pero frente a lo demás sí: tener un buen trabajo requiere esfuerzo, conseguir una posición social elevada también, tener un coche y una casa bonita probablemente sea una quimera si hablamos de Ferraris y mansiones por doquier, pero no tanto con un dúplex y un buen KIA deportivo. Claro que hay mil condicionantes que interfieren en el éxito de las personas en la vida, y por supuesto tener un millón de euros en el banco cuando vas a emprender con un negocio no es lo mismo que gastar todos tus ahorros en una apuesta que perfectamente puede dejarte en la ruina una buena década. Pero sea cual sea el punto de partida, el condicionante del éxito es siempre el mismo: el sacrificio.
El coste de oportunidad de decidir intentar triunfar en la vida es muy alto. Ser joven y exitoso en lo profesional seguramente se consiga a base de renunciar a una vida personal satisfactoria, o tener familia numerosa puede implicar abandonar casi al completo determinados lujos de vida de soltero, como pueden ser unas vacaciones a todo trapo o caprichos de moda u ocio. El éxito de cada uno se mide de manera completamente subjetiva y personal: para algunos es el trabajo, para otros el amor y para casi todos la familia.
Pero al final, aunque la felicidad signifique ser el CEO de una multinacional, tener un marido perfecto o ir de mochilero por Nepal; el éxito siempre requiere el esfuerzo de renunciar a algo valioso, ya sea tiempo o dinero. Y en esa batalla por una vida exitosa por supuesto que hay algunos que parten con ventaja, pero la autocomplacencia con la mala suerte es probablemente la forma más eficiente de fracasar: al igual que la inspiración, el triunfo te tiene que pillar trabajando.
En resumen: que dejen de quejarse todos, que nadie tiene razón. O quizás la tienen todos, pero a la contra se escribe mejor.
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