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La mentira y la videoteca

Los políticos caen una y otra vez en la trampa. Lo dicho, dicho queda para sonrojo de quienes se esfuerzan por negarse y desmentirse

Viernes, 31 de enero 2020, 00:28

La demagogia política, siempre emparentada con la mentira, se ha encontrado por fin con la horma de su zapato. Y lo curioso es que los políticos, los nuestros y los ajenos, todavía no se han percatado. Viven tan enfrascados en sus refriegas que las nuevas tecnologías, y alguna no tan nueva, les resbalan. Contra las promesas incumplidas y las bravatas salidas de tono, ya no está sola la memoria de la gente.

Ahora las que están al acecho son las cámaras, los micrófonos y, sobre todo, las videotecas. Las videotecas son una nueva generación aumentada de las hemerotecas. Pero con la ventaja que ofrecen, no para los protagonistas que deben de odiarlas a diario, sí en cambio para los ciudadanos que gracias a ellas podemos regodearnos con la verdad y la postverdad. Las videotecas nos ahorran el ejercicio permanente de memoria.

Las videotecas preservan intacto lo dicho, con gestos y matices incluidos y, además, hábilmente tuteladas por ordenadores, nos lo pueden recordar con total exactitud y precisión en cualquier momento. Lo de 'dije digo donde quise decir Diego' ha caído en desuso. Lo dicho, dicho queda para sonrojo de quienes se esfuerzan por negarse y desmentirse. Últimamente las informaciones de la prensa, la radio y sobre todo la televisión los dejan en entredicho.

Todos los líderes han caído en la trampa y lo grave es que siguen cayendo. Lo que dijeron ayer se contradice con lo que acaban de decir hoy. No se libra ninguno, aunque últimamente destaca sobre todos ellos Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno. Ya se sabe que no se habla igual desde el poder que desde la oposición pero él, quizás porque hizo una transición muy rápida, no para de caer en sus trampas verbales.

Quizás es que tener a Pablo Iglesias como vicepresidente le quite el sueño o que la relación mal disimulada con los independentistas catalanes, que no paran de enmendarle la plana ante el grueso de la ciudadanía, le esté causando cortocircuitos en las meninges. Porque cada vez que habla, con la firmeza y la contundencia que se expresa, viene la videoteca y le recuerda que nada de eso concuerda con lo que dijo ayer.

La actividad política en España, tan importante en nuestra convivencia y tan decisoria para nuestro bienestar social, lleva tiempo sin vivir en sí. La gente no sabe a qué atenerse. El verbo fiarse ya no se conjuga. En cambio, cada vez cobra más la expresión bíblica que obliga a creer lo que no vimos. Y vemos muchas cosas increíbles. Me temo que mientras los líderes políticos no se percaten de que las videotecas encarcelan sus palabras, sus ideas y sus propósitos para conservar la evidencia, la confianza puesta en ellos seguirá evaporándose.

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