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Anadie debe sorprender que toda la memez moderna venga de California. En realidad hasta el mayo de París del 68 ocurrió en las universidades de California. Estoy de acuerdo con lo que dicen en Texas: o California se separa del continente, vagando por el Pacífico ... como una isla paria, o el deber del Estado de la estrella solitaria texana será votar independizarse de Estados Unidos. Los penúltimos zumbados de ideología california (probablemente de Berkeley, el vientre de la bestia, como diría el maestro poeta Álvarez, y luego becarios de Bill Gates) son esos que han tirado latas de sopa de tomate a 'Los girasoles' de Van Gogh. Dicen que su acción se la ha ordenado el planeta Tierra. Toda California es una informe familia Manson.
Desde los años 60 el planeta Tierra viene supuestamente ordenando las gilipolleces imaginables y todas y un poco más de las inimaginables, y los mayores dispuestos a practicar esas gilipolleces han sido los niños norteamericanos de nueve a noventa y nueve años. Cuando vieron que eso de que la «vida sana y natural» consistiese en envidiables sistemas comunistas ya no colaba, doctrina universitaria californiana hasta que se descubrió que el comunismo es el mayor destructor medioambiental de la Historia, se dedicaron a intentar negar la biología (el pensamiento correcto), y hoy andan por vandalizar obras de arte porque se lo sugiere la Pachamama, aplicando el oído al suelo como se sabía si venía el tren poniendo la oreja en los raíles. «¿Os preocupa la protección de un cuadro o la protección de nuestro planeta? Elegimos la vida sobre el arte. ¿Qué vale más, la vida o el arte?», clamaba una de las chicas, con el pelo rosa y cara de que uno no debe quedarse dormido en su cercanía. Yo, buscando la verdad, he querido saber qué dice la instancia en cuyo nombre gritan estos desahogados. El planeta es viejo conocido, al que una vez escuché respirar en Alaska. El planeta me ha respondido con voz de fondo de tinaja: «Vale siempre más el arte que las vidas californias de los de la salsa de tomate. La vida de la mayoría es sustituible por otras vidas igual de vanas; el gran arte nunca. Como sigan usurpándome me voy a cabrear otra vez en lo de la falla tectónica de San Francisco». Nenes activistas ricos, que dice la mamá Tierra que vayáis. Como dijo Woody Allen en 'Annie Hall', antes de ser cancelado por estos bebés, «no quiero mudarme a un lugar donde la única ventaja cultural es poder girar a la derecha con el semáforo en rojo».
Así, cuando un asesino de masas como Putin señala este tipo de cosillas de nuestra civilización nos tenemos por fuerza que callar. O hacemos algo con California, por ejemplo montar allí un lazareto para retrasetas, o estaremos para dar pocas lecciones de superioridad a nadie.
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