Secciones
Servicios
Destacamos
Veinticinco siglos antes de que, en sus maravillosas historias animadas, el americano Walt Disney humanizara a los animales, y 20 o 19 centurias antes de ... que el francés Jean de La Fontaine o de que nuestro compatriota, el alavés Félix María de Samaniego, escribieran sus famosas fábulas, estas fueron creadas, en Grecia, por Esopo.
Esopo fue uno de los esclavos de Janto de Samos. Por su genialidad en la escritura, consiguió la libertad y vivió en la corte del rey Creso, en Lidia, al oeste de la península de Anatolia, la actual Esmirna. Por voluntad de Creso, Esopo viajó a Delfos a consultar el oráculo, llevando generosas ofrendas, como dádivas de veneración y gratitud al dios Apolo. Allí, en el monte Parnaso, Esopo se percató de la falsedad y de los fraudes cometidos por sacerdotes y pitonisas, quienes interpretaban los designios de Apolo según conveniencia. Denunció con sarcasmo esas malas prácticas, pero, por su rectitud y honestidad, pagó con la vida.
Antes del fatal desenlace, Esopo escribió numerosas fábulas. Eran relatos cortos que, utilizando metáforas, contenían un mensaje pedagógico. Estaban escritos en un lenguaje sencillo que todo el mundo podía entender. Con gran imaginación, Esopo humanizó a los animales, que se expresaban y exhibían deseos y comportamientos humanos. A través de esas conductas, Esopo instruía sobre los valores y códigos morales. Aunque fueran enseñanzas moralizantes, con tales dosis de fantasía, las fábulas atrapaban, y atrapan, la atención del escuchante, que sigue oyendo para conocer el desenlace con el que estas narraciones acaban: la lección o moraleja.
Las fábulas son didácticas, están llenas de sentido común, explicando la realidad de la naturaleza humana. Los humanos tenemos la potestad del libre albedrío para elegir en cada instante, siendo conscientes (o no) de las consecuencias de cada decisión, aunque siempre podemos engañarnos a nosotros mismos y obrar de forma contraria a lo adecuado.
Las fábulas políticas son de especial interés en tiempos electorales. Por ejemplo, cuesta entender que las predicciones de los resultados electorales sean tan diferentes dependiendo de qué agencia realice el análisis. Máxime cuando casi todas provienen de instituciones de gran categoría y son aplicadas por expertos de reconocido prestigio. Pero, tras los resultados electorales, es decepcionante, y provoca alarma, comprobar que pueden no haber acertado. La demoscopia es una ciencia, rama de la ciencia política y de la sociología aplicada, para predecir la opinión pública. Aunque no sea infalible, sus errores recurrentes conducen a la pérdida de confianza de la ciudadanía y, con la distancia adecuada y sin que nadie se ofenda, en chascarrillos de tertulias informales recuerdan 'al adivino'.
Como si el espíritu de Esopo estuviera todavía presente y la sociedad griega del siglo VI antes de Cristo no fuera tan diferente a la del siglo XXI, es interesante releer algunas de las fábulas más populares antes de ejercer el derecho democrático universal de votar. Además de, responsablemente, conocer los programas electorales de las diversas formaciones con los que nos convencen, tras las elecciones se podría comprobar si cumplen lo prometido. Podríamos repasar la fábula de 'la zorra y el cuervo', en la que el anhelado queso puede ser nuestro voto. O la fábula de 'los pastores, la zorra y los lobos', en la que hasta la astuta zorra es engañada por los lobos, indicando, además, la importancia del equilibrio de protección de los leales perros controlando el poder destructor de los asilvestrados y hambrientos lobos. O la 'del pastor mentiroso', por las consecuencias que puede tener la mentira reiterada. O la de 'la rana y el buey', ya que nadie puede ser ni fingir mucho tiempo lo que no es, a riesgo de estallar de vanidad. Ejemplos los hay en muchas épocas de la historia y en muchos países, no es preciso dar más detalles. Pero los hay también en positivo, como explica la fábula 'del león y el ratón agradecido', porque hay que fiarse de aquellos que demuestran que sí cumplen sus promesas.
No obstante, la cruda realidad es que, al final, 'los bueyes' que arrastran la carreta somos los ciudadanos de a pie, que debemos comportarnos como 'hormigas' frente a la actitud ociosa de 'algunas cigarras'. Por ello, será mejor que desconfiemos de 'los cuervos' que se piensan águilas, y no nos autoengañemos después, para conformarnos, pensando como 'la zorra', que las uvas estaban verdes. Pero y ¿por qué siempre el zorro era una zorra? En fin, hay lo que hay.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.