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Para la científica murciana Carmen Navarro Sánchez no existieron techos de cristal. Su devenir profesional en el campo sanitario de la Epidemiología y de la ... Salud Pública transcurrió en los márgenes superiores, en el más alto nivel. Sin embargo, aunque su trayectoria se reconoció fuera de los márgenes de nuestra región, es de justicia premiar que su incansable trabajo, inteligentemente planificado, engrandeció su especialidad, contribuyó a formar multitud de profesionales y mejoró la calidad de vida de las murcianas y murcianos. Por ello, en el mes de mayo, por unanimidad, desde Lyceum de Ciencia se decidió que el V Premio Piedad de la Cierva recayera en ella.
La doctora Carmen Navarro fue la hija mayor de una familia trabajadora de Murcia, con dos hermanos varones más pequeños. En esos años cincuenta del siglo XX, cuando en algunos círculos todavía se daba prioridad al estudio de los chicos frente a la formación de las chicas, sus profesores convencieron a sus padres para que la niña estudiara más allá, porque ella lo valía. Y así, con gran dedicación, año tras año, siguió formándose con becas y decidió estudiar la licenciatura de Medicina y Cirugía, que estaba empezando en la Universidad de Murcia.
Durante la carrera, Mari Carmen sobresalió en la mayor parte de las asignaturas. Además, siendo altamente sensible a las desigualdades, comenzó a militar en movimientos cristianos, destacando primero por su sentido de la caridad, después solidaridad, y por su compromiso social y político. De hecho, aunque por su apariencia física, menudita y delgada, algunos dudaban de su capacidad de resistencia, enseguida demostró su fortaleza interior, su inteligencia y determinación, que se acrecentaron con los años llegando a convertirse en una mujer triunfadora y comprometida, así como poco convencional.
Aunque al inicio de los años 80, España todavía no pertenecía a la Unión Europea y seguíamos teniendo el pasaporte verde, para Carmen no existían fronteras cuando se trataba de formarse. Por ello, a pesar de estar embarazada, decidió que debía estudiar en Londres. Y, aunque no lo consiguió en primeras instancias, en 1983 ganó la Beca del British Council y durante dos años cursó Epidemiología en la prestigiosa London School of Hygiene and Tropical Medicine. Allí aprendió las bases para construir en Murcia un equipo de investigación de vanguardia, que se inició cuando, al regresar a Murcia, obtuvo por concurso la oposición de Epidemiología.
Consciente de la importancia del cáncer, y cuando en nuestro país solo existían los Registros de Cáncer de Pamplona y Zaragoza, ella inició el Registro de Cáncer de Murcia. Con escasos medios, pero con estrictos criterios científicos e imaginación, administró esos pingües recursos con enorme eficiencia. Lideró proyectos innovadores, promulgó el trabajo colaborativo con las unidades sanitarias de la Región y participó en la creación de la Red Iberoamericana de Epidemiología del Cáncer. Día a día se labró el respeto científico regional, nacional e internacional y fue elegida presidenta del Comité Científico Externo del CIBER de Epidemiología. Pero, además de su capacidad gestora, su productividad científica fue excepcional, convirtiéndose en la científica murciana con mayor índice h (de 117, con más de 51.000 citaciones).
Carmen tuvo y tiene confianza en sí misma. Es una gran médico y una excelente mujer científica, en la que prima la capacidad de innovación, la investigación biosanitaria y el compromiso social. La doctora Navarro Sánchez es una mujer referente para todas las generaciones de mujeres y varones y gran merecedora del V Premio Piedad de la Cierva. Como dijera Estée Lauder: «No llegué allí sólo deseándolo o esperándolo, sino trabajando por ello». Y Mari Carmen, como mujer apasionada con los pies en la tierra, sabía lo que quería y no esperó sentada, sino que, con actitud proactiva, lo trabajó y lo logró.
Pero, más allá de su desempeño profesional, tan intenso y prolijo, la doctora Navarro Sánchez supo aprender a conciliar la vida laboral y la vida personal y familiar. Con gran cariño, dedicó esmerados cuidados a sus padres y a sus hijos, Carmen y Adrián. Y como ella es 'disfrutona', que se le nota en la pícara sonrisa, goza de cada momento. Le apasiona viajar en compañía de José Antonio, su marido, y es gran amiga de sus amigos.
La doctora doña Carmen Navarro, mujer científica modelo y luz brillante para todos los que la rodean, es un cometa fulgurante y luminoso que ha traspasado techos. Es una suerte haberte encontrado en nuestro camino. ¡Gracias y enhorabuena!, querida y admirada Mari Carmen.
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