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Mientras que los humanos parece que nos volvemos más tontos, las máquinas son cada vez más listas. De lo primero, no tengo ciertamente datos que ... me confirmen la sospecha. Es posible que siempre haya habido el mismo número de tontos y que simplemente ahora se hagan notar más y alcancen posiciones prominentes con menor dificultad. De lo segundo, no cabe duda de que es cierto. Las máquinas van aprendiendo, son concienzudas y se van haciendo más listas día a día.
En las revoluciones industriales de los siglos pasados, el uso de máquinas supuso que millones de trabajadores manuales quedaran desocupados. Recordarán el mantra de que para conservar el puesto de trabajo se requería hacer algo creativo, ya que eso nunca lo pondrían en riesgo unas máquinas eficientes, pero básicamente tontas. Sin embargo, tanto ha cambiado el escenario que me temo que no tardemos mucho en ver perder su trabajo a muchos que nunca lo hubieran imaginado.
La utilidad de las máquinas se centró en realizar trabajos mecánicos con gran eficacia. Las cadenas de montaje se automatizaron requiriendo una pequeña fracción de los obreros antaño necesarios. Por supuesto, además de repeticiones programadas, poco a poco, las maquinas han ido incorporando sensores del entorno que les permite tomar algunas decisiones. Y disponer de un gran volumen de datos conduce a un cierto aprendizaje. El siguiente paso natural es un posible pensamiento autónomo, acabando incluso en una conciencia propia.
Es probable que lleven ya tiempo oyendo sobre lo que la llamada inteligencia artificial nos va a deparar en el futuro y sus riesgos. Lo cierto es que, en este asunto, la evolución ha sido lenta, pero continua. Un hito, ya casi olvidado, fue la victoria de una máquina que construyó la empresa IBM en el juego del ajedrez al entonces campeón del mundo, Gary Kasparov. Esto sucedió hace casi 30 años, en 1996, y muchos lo vivieron como un punto de inflexión del poder de las máquinas. A estas alturas, ya ha dejado de ser noticia que las máquinas sean muy superiores a cualquier humano al ajedrez.
Lo que pudo parecer una anécdota ha ido creciendo como una bola de nieve empujado por varios factores. Muchas herramientas de computación que ya estaban disponibles desde el siglo pasado han pasado a ser efectivas al disponer de muchos datos y una gran capacidad de calculo muy distribuida. Las maquinas han empezado a 'aprender', mejorar y corregirse.
Un ejemplo es el caso de los traductores. Hace relativamente poco nos causaban risa por los errores en los que incurrían y no se nos ocurría usarlos para nada importante. Pero hoy ya funcionan bastante bien, continúan mejorando y nos puede costar cierto esfuerzo notar errores en textos traducidos automáticamente.
El arte es el nuevo territorio donde las máquinas van ganando terreno. Un programa que ha despertado gran interés es 'DALL-E', creado por la compañía californiana OpenAI. Se trata de una red neuronal que simula en la máquina algo parecido a la red de neuronas en nuestro cerebro. Aprende habilidades mediante el análisis de grandes cantidades de datos. Por ejemplo, al identificar miles de fotos de gatos, puede aprender a reconocerlos. 'DALL-E' busca patrones mientras analiza millones de imágenes digitales, así como subtítulos de texto que describen lo que representa cada imagen. De esta forma, aprende a reconocer los vínculos entre las imágenes y las palabras. El siguiente paso es la generación de imágenes completamente nuevas. Y muchas de ellas resultan espectaculares. Pueden imaginar las implicaciones futuras para quienes se ganen la vida como ilustradores o diseñadores gráficos. Estos programas están ganando concursos de arte ante el enfado de los colegas humanos. Algo similar está ocurriendo con la música, y no es descabellado pensar que casi todo lo que oigan en un futuro próximo sean composiciones creadas por maquinas.
Por supuesto, la ciencia tampoco se libra del avance de las máquinas listas, y en muy poco tiempo, estas van a tomar un rol decisivo en muchas áreas. Como botón de muestra, hace pocos meses, la compañía DeepMind anunció que el programa 'AlphaFold' había generado 200 millones de estructuras de proteínas, produciendo un enorme volumen de datos que ayudarán a los investigadores a desarrollar nuevos medicamentos y vacunas. Para que tengan una idea de la relevancia del asunto, la revista 'Science' lo reconoció como el mayor avance científico del año. Sin duda, las máquinas listas, o pensantes, están ya aquí para ocupar muchos de los espacios antes reservados a los humanos más ingeniosos. Mi humilde consejo es que no se resistan.
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