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Hay convicciones comúnmente asumidas que, en determinado momento, pueden suscitar incertidumbre, dudas, incluso alguna perplejidad. Se trata de concepciones tradicionales tenidas por ciertas, sin razones aparentes para cuestionar su valía. De analizarse a la luz de nuevos conocimientos, mueven a sustituirlas a la luz de ... la nueva evidencia y asumir el hasta ahora ignorado paradigma desvelado. Esta reiterada permuta de evidencias está en la raíz del método científico, cuando cuestionar lo establecido supone un acicate, en un avance para progresar en el conocimiento. Cuestión diferente sería la que atañe a juicios de valor, cuando la divergencia de ideas contingentes –que pueden ser por igual válidas– es regla, sin posibilidad de refutarlas con parámetros de certidumbre, ya sea pesar, medir y contar.
Introducción a propósito de una cuestión actual, como el color de la ropa más apropiado para vestir, como medio de protección frente a las altas temperaturas. Uno de los mecanismos aceptados, desgranados en período canicular como letanía de consejos prácticos, en un sonsonete remedo del actual denostado aprendizaje escolar. Véase evitar ejercicio físico intenso durante las horas centrales del día, cuando la incidencia del sol y las temperaturas son más elevadas. O, caso de realizar trabajos al aire libre, seguir precauciones como beber agua en abundancia, con pausas de descanso frecuentes en lugares sombreados y frescos. Proteger las áreas expuestas de la piel con factores de índice elevado, cubrirse la cabeza y, en el punto final, elegir ropa adecuada, holgada. ¿Pero de qué color? Y aquí como colofón la cantinela repetida «de colores claros». Una afirmación sustentada en principios de física elemental. Los tonos claros reflejan la radiación solar que les llega, creando alrededor del cuerpo un menor compromiso calórico. Mientras que, por el contrario, las tonalidades oscuras absorben las radiaciones solares, generando una envoltura de calor alrededor del cuerpo. Pero cabe considerar no solo la temperatura y tener en cuenta las condiciones en las que se produce, respecto a la humedad reinante, como la intensidad del viento, circunstancias que juegan una importante baza en la elección del color más acertado en periodos de canícula con elevaciones térmicas del ambiente en cifras elevadas.
La temperatura del organismo está regulada por un termostato, eficaz y sensible, situado en el hipotálamo cerebral, normalmente ajustado a una temperatura de 37 grados centígrados. Grado arriba, grado abajo. Calor corporal producto del metabolismo habitual del cuerpo. Si a este se le suman condiciones que lo aumentan como movimientos musculares o infecciones, se activan mecanismos para disipar el exceso. Aumenta la circulación hacia la piel y se activa la sudoración, evaporándose hacia la exterior agua, junto a sodio y el potasio. Una medida difícil cuando la humedad del ambiente supera el 75%. Otros mecanismos eficaces contribuyen a disipar este desorden. Se irradia hacia el exterior, cuando hay una diferencia térmica entre el cuerpo y el entorno, que es más frío. Como también se puede perder a través de la conducción, por transferencia entre dos superficies, de mayor a menor carga calórica. Y, por último, por el mecanismo de la convección, gracias a las corrientes de aire que se mueven en contacto y alrededor de la piel. En este mecanismo de física elemental se basan las dudas acerca de la vestimenta más idónea en condiciones de calor, al considerar el hecho más adecuado de vestir ropa holgada, no ajustada y de color oscuro. Porque si bien, como se ha señalado, se absorben las radiaciones solares, la convección crea un flujo aerodinámico en ese espacio entre la piel y el tejido. Como ejemplifican beduinos y tuaregs, acostumbrados al calor extremo, cubiertos con túnicas de la cabeza a los pies, muy holgadas y de color negro u azul oscuro. Al igual que sus tiendas de campaña, provistas de aberturas laterales para generar corrientes de aire. Su vestimenta deja espacio diáfano entre la piel y la ropa que permite la aireación, por convección, y permite un enfriamiento continuado y con fluidez.
Cabe señalar que, con calor elevado, expuestos al sol y cuando no hay corrientes de viento, sería recomendable ropa de color claro. Por el contrario, cuando hay corrientes aéreas, no hay una exposición directa al sol, lo más indicado es ropa de color oscuro. Aunque cuestión de índole material la preocupación por desentrañar la esencia del color ha ocupado cavilaciones destacadas de mentes brillantes. Desde Aristóteles a la hipótesis de la refracción de Newton. O el profundo análisis de Goethe acerca de 'La teoría del color'. Ahora, en aspectos más de andar por casa, cabe desvelar cómo poder mitigar el calor elevado sobre las sensibles estructuras del cuerpo humano. También aspecto notable, influido por el heterogéneo universo cromático.
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