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Manos a la obra

Un acto higiénico simple como el lavado de las manos reviste destacada importancia para evitar sufrir, y transmitir, no pocas enfermedades infecciosas

Lunes, 17 de junio 2024, 01:07

La capacidad de las manos para actuar al dictado de la voluntad es asombrosa, rasgo diferencial de la especie humana. Como reflejo de su importancia, en sentido figurado, forman parte de expresiones simbólicas de todo tipo. Entre tantas, en sentido positivo, dar la mano, ir ... de la mano o echar una mano, para ayudar a quienes están dejados de la mano de Dios. O manos limpias como sigo de honradez, tanto como tenerlas sucias por actos reprobables. De modo familiar se aplica la frase lavarse las manos, atribuida a la postura adoptada por Poncio Pilatos, con la intención de desentenderse de la responsabilidad de algo o del resultado de una acción y decisión de otros con la que no se está de acuerdo. En su dimensión real un acto higiénico simple como el lavado de las manos reviste destacada importancia para evitar sufrir, tanto como transmitir, no pocas enfermedades infecciosas. Evitables. Sería un remedio considerado mano de santo. Algo que está en nuestras manos. Sin grandes alharacas ni dispendios, con una rutina asumida sobre todo al manipular alimentos y comidas o tras utilizar el cuarto de baño. Con agua y jabón basta, con el complemento en determinados contextos profesionales de soluciones antisépticas. Líquidos parte de ese almacén de botiquines caseros trufados de medicinas para dolencias leves o sobrantes de tratamientos previos de mayor enjundia. En buena parte con fecha de caducidad superada con largueza, su consumo supone una apuesta de riesgo, como la facilidad de acceso al alcance de peligrosas travesuras. En armarios y cajones se amontonan en desordenada conjunción coloridos envases, blísteres sueltos y abiertos, tubos y frascos de variada y multiforme condición, en espera del momento, siempre demorado, para depositarlos en los puntos de farmacia habilitados para las medicinas en desuso. Un batiburrillo al que se han agregado frascos y botellas de fluidos antisépticos para enjuague de las manos, esparcidos por estantes de lavabos y baños. Al igual que en establecimientos públicos, donde persisten firmes como elementos decorativos sobre peanas y anaqueles, con una pátina del tiempo –algo mugrienta–, fundamentales cuando la transmisión del virus era desconocida, cayendo en desuso en detrimento de las mascarillas, iconos representativos de la pandemia por covid. Época que, aunque parezca una conmoción de tiempos remotos, marcó y condicionó nuestras vidas hace cuatro días.

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