La vereda del capitán
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La segunda representación en la sala pequeña del Teatro Circo de Murcia de 'Sexy Ubú (Make Ubú Great Again)', una reinterpretación contemporánea del clásico 'Ubú ... Rey' de Alfred Jarry, demostró que la compañía Traspasarte tiene una deslumbrante habilidad para fusionar teatro de creación y sátira política. Un cóctel peligroso que aquí agitan con efusividad y «sexitud», sin dejar de resultar irónicas, las actrices Blanca Escobar y Sara Ruiz Ferrer, también autoras de la adaptación y la dirección, junto a Alberto Sabina. La dirección técnica es de Inés Muñoz. Esta compañía murciana funde vivencias personales y crítica social y tira de éxitos de la literatura universal [otras veces fue 'Luces de Bohemia' de Valle-Inclán; 'La vengadora de las mujeres', de Lope de Vega; 'Psicosis 4:48', de Sarah Kane] para referirse y reinterpretar conflictos propios de su generación en cada nuevo proceso creativo. En esta ocasión, con música compuesta por Rev Silver, vestuario seleccionado por Sara Ruiz Ferrer y producción de Blanca Escobar, Traspasarte invita al público a reflexionar [el miércoles 26 de marzo hay otra oportunidad en el TCM gracias a la complicidad y predisposición de Juan Pablo Soler] sobre la época en la que vivimos, en general, y sobre el paso a la adultez, la imposibilidad de alcanzar los estándares impuestos por la sociedad y la experiencia de ser mujeres artistas, en particular.
¿Estamos satisfechos unidos en la normalidad, siendo seres humanos estándar, con nuestros michelines y nuestras limitaciones? «Ningún líder en su sano juicio», dice en un momento dado la voz de la conciencia, que no es otra que la de un rollito de canela, «querría ser alguien normal que no levanta pasiones», sin 'likes' en las redes, ni «foto-penes», ni proposiciones de sexo en horas laborales. 'Sexy Ubú' dibuja el mal hado de unos soberanos tiránicos que se ven obligados a convertirse en refugiados y, en su delirio y perdición, avanzan hacia nuevas formas de tiranía. Su enloquecido presente les lleva a una búsqueda obsesiva de la perfección física, y, en el camino, pierden toda clase de aprecio y afecto por aquellos ciudadanos menos agraciados en su aspecto. Padre Ubú y Madre Ubú son dos miserables prototípicos que, para crear esa nueva nación «interesante, sugerente y sexy», mandan al ostracismo, aquí a la «chompa», por una serie de «órdenes efectivas históricas», a los súbditos que no resulten atractivos. Empiezan por España a fin de reconstruirla en pos de la belleza, coraje y «excepcionalismo». El espíritu de «sexy unidad» será, creen estos dementes, «respetado y admirado por personas de buena voluntad»... En un momento juré que esto yo lo había escuchado antes, fuera del teatro, a más de un fantoche de la política actual.
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