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Nuestras abuelas nos decían que lleváramos cuidado, no nos fueran a echar algo en la Coca-Cola. Por suerte éramos niñas y no opositores a Putin. En Rusia (en la URSS, diría Fernando Simón) no hacen falta teorías conspiratorias, tienen realidades. En España tenemos los antivacunas de siempre, los Miguel Bosé de ahora y 'Vanpiro esiten'. En EE UU tienen Qanon, el movimiento de chiflados considerado una amenaza terrorista por el FBI que cree que el mundo está gobernado por una pandilla de políticos corruptos, pedófilos y adoradores del diablo. «Tengo entendido que les gusto, lo que aprecio mucho», ha dicho Trump. «No sé mucho de ellos... pero he oído que son personas que aman este país». Lo mejor fue cuando un periodista le explicó que los seguidores de Qanon creen que Trump está luchando contra un culto satánico de pedófilos y caníbales. «¿Y se supone que eso es algo malo?», soltó. Como el PP, Trump también quiere ensanchar su base electoral.
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