Borrar

Malas noticias para la universidad

La propuesta del ministro Castells sobre la acreditación de docentes lleva a un futuro muy incierto al sistema que, desde luego, será peor que el actual

Miércoles, 16 de septiembre 2020, 01:00

El flamante ministro de Universidades, el muy citado sociólogo y, desde su despacho en California, reconvertido en furibundo nacionalista catalán, Don Manuel Castells, acaba de anunciar otro golpe de gracia al sistema universitario: pretende permitir, en su proyecto de ley de reforma universitaria, que las agencias de calificación regionales puedan acreditar a los futuros titulares y catedráticos para las nuevas plazas, lo que ahora solo puede hacer la agencia estatal (Aneca). Es una muy mala noticia, sin paliativos, que lleva a un futuro muy incierto al sistema universitario que, desde luego, será peor que el actual.

En el caso de aprobarse la norma, con el apoyo entusiasta de los partidos minoritarios nacionalistas (y espero que no del PSOE), ya verán Vds. cómo muchas comunidades autónomas, con gobiernos de esa tendencia, exigirán pronto la inmediata exclusión por motivos lingüísticos, marginando al profesorado externo; ya lo hace de hecho en el País Vasco, donde la habilitación lingüística al vasco vale más que un doctorado. También observarán una progresiva flexibilización de los criterios para la obtención de las cátedras y, lo que es peor, ayudaremos a potenciar la endogamia en las universidades por regiones y, si ya es difícil hoy que haya movilidad de profesores entre universidades, se tornará poco menos que imposible.

Hace dos décadas hubo un intento incompleto de ir precisamente en el sentido opuesto al recuperarse las antiguas oposiciones nacionales, a través de un sistema de habilitación nacional que acogían a candidatos de todo el país, por áreas de conocimiento, en tribunales por sorteo. Con sus defectos, por que no había criterios objetivos y en algunos tribunales pesaron las presiones de escuelas y maestros, el sistema funcionó, aunque por pocos años. Le sustituyó el sistema de acreditación, a través de la mencionada Aneca que, con sus problemas, al menos ha seguido un criterio único y transparente. Fue un salto muy importante y ahora es imposible ser catedrático sin un currículum decente. De hecho, los aprobados suelen tener un bagaje infinitamente mejor que el que tenían sus maestros cuando obtuvieron su cátedra.

En su día, luché con otros compañeros para que hubiera un sistema aún más ecuánime. No solo con un filtro de acceso igual para todos, sino, además, con normas que aseguraran que entre estos acreditados ganara la plaza el mejor candidato, viniera de donde viniera. Hoy en día, el candidato de la casa decide, en prácticamente todas las universidades, quién le va evaluar para acceder a una cátedra. Pero, para ser totalmente ecuánimes, habría que volver a los tribunales totalmente independientes, con todos sus miembros externos e independientes. Nuestra propuesta cayó en saco roto.

Pero ahora toca, según el ministro, fomentar todo lo contrario: la endogamia, la exclusión y los nacionalismos, regionalismos y localismos por doquier. Para eso, casi prefiero que dejen a las universidades acreditar y contratar a su gusto. Lo cual, permitiría a algunas ser exigentes. Aunque reconozco los peligros de este sistema en la universidad pública española, donde los rectores son nombrados con la presión de unos votantes que quieren conservar su empleo y promocionar.

Hace aproximadamente un siglo, la universidad de Harvard decidió impedir que los recién doctorados por su universidad se quedaran en sus puestos, para evitar la endogamia. Desde ese momento solo contrataría a los mejores candidatos que le llegaran de otros centros. Pasó muy poco tiempo para que el resto de las universidades del país la emularan, cuando se cercioraron de que era una vía directa a la excelencia. Desde entonces lo hacen todos los centros universitarios más prestigiosos del mundo y, no en balde, acaparan los puestos altos de los 'rankings' universitarios. La consecuencia es que existe una movilidad extraordinaria de académicos entre esas universidades, difícil en las españolas.

Pero, ¿se imaginan a un club de fútbol de prestigio que solo pudiera escoger jugadores de su cantera? ¿Creen que ese criterio que le llevaría a ganar títulos de relieve? En ningún caso.

No creo, sinceramente, que las universidades públicas españolas se deban regir con los criterios de los equipos de élite de fútbol o baloncesto. Ni siquiera creo que sea posible implementar en España el sistema anglosajón de fichajes académicos. Pero, al menos, hagamos un esfuerzo por crear una política común universitaria, exigente, con criterios de excelencia y del mejor servicio a toda sociedad española. Eso solo se logrará eligiendo siempre a los mejores candidatos que puedan cubrir las cátedras y titularidades, sin criterios espurios, con transparencia y equidad. Como se propone ahora, desde luego, vamos mal.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Malas noticias para la universidad