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REBELDÍA MURCIANA ·
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REBELDÍA MURCIANA ·
Durante estos días la celebración de la cumbre de la OTAN ha ofrecido una imagen de España como un país seguro, bonito, vibrante y lleno de oportunidadesHasta hace un año vivía en Bruselas, que como ustedes saben es la capital del continente que creemos más próspero e integrador del mundo. Cuando ... uno piensa en el sitio más civilizado del planeta probablemente le venga a la mente una ciudad así: centroeuropea, con muchos funcionarios, liberal en lo social y con bicis que obstaculizan el tráfico pero que adornan el paisaje de Starbucks y equivalentes por el que todos los ciudadanos pagan a 6,30€ un café que en una cafetería de barrio no pasaría de 1,10€.
La vida en el decorado que ofrece Bélgica es un poco así: perfecta en apariencia y absolutamente gris para que reine la paz social. Si tienen la oportunidad de visitarla, que por cierto aprovecho estas líneas para informarles de que el Parlamento Europeo subvenciona viajes para conocer la institución, seguramente vuelvan a casa con la idea de que poca más prosperidad puede encontrar uno en el mundo que rodeado de montones de papeles y edificios altos en los que se decide desde el futuro de la humanidad hasta que es delito vender pajitas de plástico.
El asunto es que detrás del atrezzo hay vida, y la vida es un poco más complicada de lo que ofrece la postal. Les pongo un ejemplo: aproximadamente cada dos semanas recibimos correos electrónicos diciendo que han violado a alguna pobre chica en el parque del Cincuentenario, que es probablemente el jardín más conocido y popular de todo Bruselas, a apenas dos minutos andando de las instituciones. Les ofrezco otro: el 90% de mis compañeros de trabajo han sido atracados a punta de navaja en el metro. Añado: la delincuencia en las calles es tan habitual que desayunar en una terraza y poner el bolso en la silla de al lado es una acción tan temeraria como aquí sería dejar un coche abierto con las llaves puestas y un cartel de 'se regala'.
Esto que les relato de Bruselas no es un fenómeno aislado. En París hace apenas un mes tuvimos la oportunidad de observar el drama alrededor de la celebración de la final de la Champions, en Berlín hay zonas a las que no entra la policía, en Londres directamente hay comunidades en las que impera la sharia. Ser una gran ciudad y disfrutar de una calidad de vida aceptable y sin delincuencia tiende a convertirse en un oxímoron del que cada vez es más difícil librarse.
Y en medio del caos de países que habitualmente nos ofrecen lecciones vitales y económicas, con ese tinte xenófobo propio de protestantes y personas que llevan calcetines blancos con las chanclas; nosotros acabamos de ofrecerle al mundo a Madrid. Una capital que hasta hace nada ni siquiera era la ciudad más importante o vanguardista de España, lugar que inequívocamente ocupaba Barcelona hasta que el nacionalismo y el 'Adacolauismo' la convirtieron en una urbe tan decadente que hasta provoca melancolía pensar lo que fue y ya no podrá ser. Madrid, sin embargo, está en ese momento vital en el que uno se siente tan guapo, tan en forma y triunfando tanto que parece que el mundo sencillamente gira alrededor de él.
Y Madrid ha conseguido convertirse en una de las capitales del mundo siendo simplemente la mejor concentración de lo mejor que puede ofrecer España: talento, hospitalidad, libertad y felicidad. Una ciudad que recuerda que hubo un tiempo en el que el sol no se ponía en nuestro imperio, pero que a la vez tiene una vida de barrio tan castiza y auténtica como la de Vistalegre de Murcia o la de Los Dolores de Cartagena. Un polo económico en el que cada vez más multinacionales se instalan, una vida cultural que nos ha convertido en el Broadway de Europa, una calidad deportiva que ningún jeque de Oriente Medio podrá jamás emular ni con todo el oro del mundo. Una capital cuya identidad es la suma de muchísimos individuos de todos los lugares del mundo hispano que, desde el día que pisan Madrid, automáticamente se convierten en madrileños.
Durante estos días la celebración de la cumbre de la OTAN ha ofrecido una imagen de España como un país seguro, bonito, vibrante y lleno de oportunidades que explotar. Tenemos la suerte de tener la mejor capital del mundo y los madrileños nacidos en Murcia son altamente responsables de ello.
Ahora solo queda imitarles. La Región ya está lista para ello.
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