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Hace 15 años, un 18 de noviembre de 2008, todos los europeos nos unimos por primera vez para recordar la necesidad de usar de un ... modo coherente los antibióticos. Todo ello, con un objetivo evidente: preservar esta herramienta, fundamental en la lucha frente a las enfermedades infecciosas para las futuras generaciones. Desde el año 2014, contamos en España con un plan estratégico y un conjunto de medidas de muy diversa índole cuyo objetivo es reducir el riesgo de generación de resistencias a los antibióticos y los problemas que ello ocasiona a la salud de personas y animales. Un objetivo ambicioso, nada fácil y que debe involucrarnos a todos.
La generación de resistencias a los antibióticos es un problema silencioso, que no ocupa demasiadas portadas, sin demasiada importancia aparente en nuestro día a día, pero, en el caso de llegar a 'toparte' con una infección ocasionada por una de esas bacterias que llamamos resistentes o, peor aún, multirresistentes, puede hacerte torcer el semblante, correr a Google en busca de una solución milagrosa y, sobre todo, desear por todos los medios que los análisis y la pericia de nuestros sanitarios permitan encontrar una solución que haga remitir la infección. Porque, aunque no ocupe portadas, se producen muchos fallecimientos cada año en nuestros hospitales asociados a esta cruda realidad.
Las soluciones están encima de la mesa, pero no siempre es fácil su aplicación. Cambiar hábitos y costumbres en una población es posiblemente uno de los objetivos más complejos que uno puede plantearse, si bien la Covid nos ha demostrado que somos capaces de adaptarnos a las más adversas circunstancias en un corto espacio de tiempo.
La lucha contra la resistencia a los antibióticos no requiere de grandes sacrificios, aparentemente: no tomar antibióticos sin la prescripción de un facultativo, no utilizar los restos que queden en casa para automedicarnos, no recurrir a los antibióticos como la solución perfecta para casi cualquier cosa, como dolores de espalda o resfriados..., no parece un sacrificio enorme, ¿verdad?
¿Hacer todo eso garantiza que vayamos a acabar con las bacterias resistentes? No. Porque las bacterias, como seres vivos que son, desarrollan sus propios mecanismos para luchar contra los antibióticos, y eso no podemos detenerlo. Con un uso coherente de los antibióticos se reducirá la velocidad con la que aparecen.
Hay mucho camino por andar y muchos dogmas por vencer. Muchas personas que hacen un uso responsable de los antibióticos piensan que el hecho de no tomarlos indiscriminadamente les evita el problema, pero, desafortunadamente, no es así. Porque la resistencia no está en nosotros, sino en las bacterias y, si contactamos con alguna bacteria que se ha hecho resistente en otro ámbito, nos va a dar igual. Es, por tanto, una lucha de todos y en todos los frentes.
Aquí es necesario recordar que, nos guste o no, compartimos un elevado número de agentes infecciosos con las diferentes especies animales, incluyendo algunas que se encuentran muy cerca de nosotros, como nuestras mascotas. Su salud es la nuestra, y debemos ser conscientes de la necesidad de que estén sanas y de realizar unos hábitos higiénico-sanitarios que eviten que un microorganismo resistente contacte con nosotros y nos genere un problema muy grave. Esto es una lucha global que, como tal, requiere un abordaje muy amplio que implique a todos los profesionales sanitarios, y a todo el mundo en general.
Hace ya mucho tiempo, un 11 de diciembre de 1945, en un continente aún demolido por la Segunda Guerra Mundial, un médico inglés con fama de despistado nos recordaba, en su discurso de aceptación del Premio Nobel de Medicina, que llegaría el día en que antibióticos como la penicilina se venderían poco más que en tiendas, advirtiéndonos del grave error que supondría utilizarlos en dosificaciones incorrectas que permitieran a las bacterias acostumbrarse y desarrollar resistencias frente a los mismos. La advertencia de Alexander Fleming, padre de la penicilina, se cumplió y, posiblemente, más rápido de lo que él mismo intuyera.
No vamos a ser pesimistas. Existen las bacterias resistentes, muchas personas fallecen al año por su acción, pero estamos reaccionando, estamos tratando de usar los antibióticos mejor. Se prevé una guerra larga y compleja y salir vencedores nos permitirá seguir preservando para las próximas generaciones un tesoro tan preciado como son los antibióticos.
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