Las luces y el transfuguismo
MAPAS SIN MUNDO ·
Les molesta la oscuridad de las calles, pero no se alarman por las espesas sombras que engullen la dinámica política de esta regiónSecciones
Servicios
Destacamos
MAPAS SIN MUNDO ·
Les molesta la oscuridad de las calles, pero no se alarman por las espesas sombras que engullen la dinámica política de esta regiónHacía tiempo que la ciudadanía no se implicaba tanto en un debate político como, durante estos últimos días, ha sucedido a propósito de la instalación ... de las luces de Navidad en el municipio de Murcia. He entrado a varios comercios en los que los allí presentes explicitaban su indignación por la ausencia de adornos navideños, trufando sus argumentos de insultos e hipérboles de todo tipo. Es indudable que al murciano le importan las luces de Navidad, y que la oposición en el Ayuntamiento de la capital ha conseguido colocar su mensaje: parece como si el retraso, en un par de días, de su instalación, supusiera la mayor afrenta que, como sociedad, hemos recibido en décadas. Nos han dejado sin luces, en toda la dimensión semántica del término.
El problema es que, hace poco más de una semana, el PP –apoyado por los diputados tránsfugas– consiguió sacar adelante una modificación del Reglamento de la Asamblea con el fin de retirar el Estatuto de Autonomía del Congreso de los Diputados, evitando así que se aprobaran las 53 enmiendas al texto que se habían presentado en la Cámara Baja. Y, entre estas enmiendas –no se nos olvide–, se encontraban algunas de tanto calado como la limitación de mandatos del presidente y la norma contra el transfuguismo. Si, de un lado, se convocaron manifestaciones para urgir al Ayuntamiento a decorar el municipio de cara a la Navidad, de otro, la ciudadanía se mostró indiferente ante este gesto de 'totalitarismo constitucional' perpetrado por López Miras. Los comerciantes podrán quejarse de que la falta de alumbrado navideño desincentiva el consumo y merma su capacidad de ventas, pero, puesta en perspectiva la estrategia de la retirada del Estatuto, es bastante factible pensar que el daño reputacional que un hecho como ésta causa a la imagen de la Región de Murcia repercutirá mucho más en su estructura económica que el asunto de las luces. Impedir una modificación del Estatuto, con vistas a impedir que se repitan episodios de transfuguismo como los vividos recientemente, es uno de los mensajes más soeces y descorazonadores que se pueden lanzar a la sociedad. Se trata de un movimiento preventivo, ante la posibilidad de que, para llegar una vez más al Gobierno, se tengan que comprar voluntades y pervertir la voluntad expresada por los ciudadanos a través de su voto. Porque la pregunta que se desprende de todo esto: ¿quién puede estar, por principios, a favor del transfuguismo? Ninguna persona que defienda la Constitución, posea un mínimo de espíritu democrático y se desenvuelva éticamente por la vida, podrá votar contra una enmienda que pretende blindar a la Asamblea Regional contra la compra de almas volubles y deseosas de permanecer aferradas a su sillón. Desde hace un año, la política de esta región se va pareciendo, cada vez más, a una película de Borat. De hecho, los estrambóticos y bizarros sucesos narrados en estos films parecen de una factura neorrealista cuando se los compara con lo acontecido en el día a día de nuestra comunidad autónoma. Es sumamente paradójico que los mismos que denuncian las irregularidades democráticas de Nicaragua o Venezuela se comporten, a renglón seguido, en un modo que parece reproducir las condiciones que han llevado a aquellos países a ser lo que son en la actualidad: paradigmas del autoritarismo.
Retornando a lo expresado al comienzo de este artículo, sorprende que la ciudadanía hinche tanto su indignación cuando se trata de reclamar la rápida instalación de las luces navideñas, y mantenga su silencio cómplice ante los desmanes que se están cometiendo en la Asamblea. Por más que se intente disfrazar la retirada del Estatuto del Congreso de los Diputados bajo toda serie de argumentos de urgencia, lo cierto y verdad es que, de las 53 enmiendas presentadas, las que realmente inquietaban a López Miras eran las atinentes a su limitación de mandatos y a la penalización del transfuguismo. El presidente no solamente se quiere perpetuar en San Esteban, sino que, además, tiene claro que esta eternización en el cargo se ha de producir a costa de lo que sea. Y en este 'lo que sea' entra por supuesto la posibilidad de un mercado de fichajes extraordinario cada vez que la aritmética parlamentaria no le cuadre.
Quien calla, otorga. Y está claro que a los murcianos les importa la salud democrática de su región una mierda. Que cada partido se gane sus privilegios en las urnas; y si los ciudadanos deciden que el PP debe gobernar esta región durante los próximos 50 años, que así sea. Pero que no se alteren las reglas y, sobre todo, que no se institucionalice el latrocinio de votos. Me parece muy coherente que los tránsfugas aspiren a la legalización del transfuguismo. Pero la coherencia de unos conlleva la desgracia de otros –en este caso, de la sociedad de la Región de Murcia en su conjunto–. Todavía no he entrado a ningún comercio, ni me he cruzado con ninguna conversación por la calle, en la que los presentes y participantes expresen su repudio por esta adulteración de 'su' voluntad. Les molesta la oscuridad de las calles, pero no se alarman por las espesas sombras que engullen la dinámica política de esta región.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Especiales
Así se desbocó el urbanismo en La Manga
Fernando López Hernández
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.