Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando nuestra actual Constitución está próxima a cumplir medio siglo de existencia, no está de más reflexionar sobre los motivos que justifican nuestro sistema de ... monarquía parlamentaria, frente a los que impulsan la república.
La monarquía en España, encabezada por el Rey Felipe VI, lleva algo más de diez años desde su ascenso al trono. Durante este tiempo, ha demostrado un firme compromiso con la democracia y la unidad nacional. En su discurso del 3 de octubre de 2017, tras el referéndum independentista en Cataluña, el Rey Felipe VI expresó con claridad y firmeza su rechazo a los intentos de imponer un separatismo excluyente. Este momento destacó su papel como defensor de la Constitución y la democracia española. El Rey, con su figura simbólica pero influyente, encarna la unidad de España y refuerza el sentimiento de pertenencia a una nación única y diversa.
En España, los símbolos colectivos juegan un papel fundamental en la cohesión nacional. La Corona es, sin duda, uno de los más importantes. Como indica Fernando Savater, no somos meros residentes en España; somos ciudadanos que compartimos una rica historia y un patrimonio común. El Rey, como símbolo de la nación, une a los ciudadanos en una identidad compartida y nos recuerda que todos somos copropietarios de una nación unida.
Uno de los argumentos más comunes contra la monarquía es que no es democrática, ya que el monarca no es elegido por el pueblo, sino que su título es hereditario. Sin embargo, este argumento ignora el hecho de que la monarquía española está legitimada por la Constitución. A diferencia de las monarquías absolutas, por ejemplo como la de Marruecos, la monarquía española opera bajo un sistema constitucional que limita los poderes del Rey y garantiza la democracia.
Además, la monarquía ofrece estabilidad institucional. Las dos repúblicas españolas, la Primera y la Segunda, fueron marcadas por la fragilidad institucional y la inestabilidad política. En contraste, la monarquía ha demostrado ser una institución fuerte y duradera, capaz de proporcionar un equilibrio necesario en tiempos de incertidumbre.
El coste económico de la monarquía es otro punto de crítica frecuente. Sin embargo, este argumento pierde peso cuando se considera que un Jefe de Estado republicano también requeriría un salario, una residencia oficial y un presupuesto. Con diferencia, la monarquía menos gravosa para el Estado, en toda Europa, es la española. Además, la monarquía aporta un valor simbólico y prestigio que difícilmente puede ser igualado por un presidente republicano. La figura del Rey y la Princesa Leonor, por ejemplo, son iconos que refuerzan la «marca España» a nivel internacional.
La monarquía también contribuye a la estabilidad política al proporcionar un jefe de Estado que no está afiliado a ningún partido político. En una república, el presidente inevitablemente estaría alineado con un partido, lo que comprometería su neutralidad. En cambio, el Rey puede representar los intereses y valores de toda la nación, sirviendo como un punto de convergencia entre diferentes grupos políticos y étnicos.
Uno de los mayores beneficios de la monarquía es la independencia del jefe de Estado. Al ser designado por nacimiento y conocido desde temprana edad, el Príncipe Heredero no puede ser manipulado por los políticos. Esto asegura una continuidad y estabilidad que no puede ser garantizada en una república, donde las luchas por el poder son constantes. En una época donde la irracionalidad y el cambio son la norma, el principio hereditario puede parecer anacrónico, pero es precisamente esta herencia la que asegura la independencia del monarca, una cualidad crucial para su función. Además, desde su nacimiento, el heredero a la corona se prepara concienzudamente para el desempeño de su función como símbolo de unidad de la nación.
En un sistema constitucional como el español, los poderes del Rey están muy limitados, lo que minimiza el riesgo de abuso de poder. Un mal Rey tendría pocas oportunidades de dañar a la nación debido a estas restricciones. Sin embargo, un buen Rey puede ganar autoridad y respeto a través de su desempeño y forma de reinar. Por otro lado, un mal presidente en una república está constantemente buscando justificar su presencia en el poder, lo que a menudo lleva a intentos de sobrepasar sus competencias y genera crisis políticas.
La monarquía parlamentaria, al igual que la democracia, no es un sistema perfecto, pero puede ser el mejor posible dadas las circunstancias. Mientras que los políticos a menudo piensan en las próximas elecciones, el Rey piensa en las próximas generaciones. Esta perspectiva a largo plazo es vital para la estabilidad y el bienestar de la nación.
En resumen, la monarquía en España ofrece una serie de ventajas significativas sobre una república. Proporciona estabilidad institucional, independencia política y una figura de unidad nacional. Aunque no es un sistema perfecto, la monarquía ha demostrado ser una institución fuerte y duradera que puede adaptarse a los desafíos contemporáneos. En tiempos de incertidumbre y cambio, la monarquía ofrece una continuidad y estabilidad que son esenciales para la cohesión y el progreso de la nación. Por estas razones, la monarquía española sigue siendo una opción valiosa y relevante en el contexto político y social actual.
Los integrantes del Grupo de Opinión 'Los Espectadores' son:
Jesús Fontes, Javier Jiménez, José L. Garcia de las Bayonas, José Izquierdo, Blas Marsilla, Luis Molina, Palmiro Molina, Francisco Moreno, Antonio Olmo, José Ortíz, Francisco Pedrero, Antonio Sánchez y Tomás Zamora.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La explicación al estruendo que sobresaltó a Valladolid en la noche del lunes
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.