No llores por mí

Según una extendida leyenda española, al salir de Granada camino de su exilio, cuando coronaba un collado, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, mientras su madre, la sultana Aixa, le decía: «Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre». Debido a esto ese monte, que hoy cruzan las carreteras que van de Granada a la costa, recibe el nombre de Suspiro del Moro.

Hace unos días, el cielo nos regaló una lluvia tan mansa como benéfica. Al caer sobre nuestros campos irredentos, alguien pudo pensar que el cielo lloraba por el pueblo ucraniano vilmente acosado por el ansia imperialista de un comunista asesino y demente. Seguro que así fue, pero, por aquello de la proximidad, yo pensé también en Pablo Casado. A estas alturas, faltando pocos días para su despedida en el congreso extraordinario convocado al efecto, no le quedaran lágrimas con las que mitigar la pena por el poder perdido, por las prebendas olvidadas, por las ilusiones truncadas, por las puñaladas recibidas de sus más cercanos fieles. Bernabé tuvo el agua muy cerca y no la pudo beber, Casado ha tenido todo el poder del PP en su mano y La Moncloa casi a tiro, y se le han escapado cual gaviota errabunda. A pesar de los buenos, o malos, oficios de su lugarteniente Teodoro, a pesar de la mano de hierro con la que el canciller ha intentado controlar el partido colocando a los más fieles, aunque menos preparados, en los puestos clave de la organización, no ha podido mantener el poder que ambos conquistaron hace apenas tres años. Abandonado por casi todos a los que dio de comer y honró con buenos puestos, Casado, en aquella noche trágica, lloraba ante sus barones: «¿Por qué me echáis? he podido hacer algo mal, pero no soy malo». Llora como mujer... Boabdil luchó contra su padre y su tío y él, por celos, utilizando supuestos anónimos ha intentado derribar sin piedad, con una crueldad manifiesta a una compañera, el mejor activo del partido que dirigía. No llores, vete a tu casa antes de que te echen. Mientras tanto, cuando las lágrimas corrían por Génova, el dimitido Teodoro comparecía en La Sexta, y ayudado por la señora de Ferreras, ese 'impecable', 'neutral' y 'equilibrado' comentarista, desgranaba una serie de historietas, justificaba lo injustificable, mentía como un villano sin descomponer el gesto; con la sonrisa en los labios, y maneras de falso benedictino, apuñalaba a diestro y siniestro; para remate anunció que en el congreso extraordinario que se acaba de convocar habrá más de un candidato. Manotea como el púgil noqueado, mientras su manager esta a punto de tirar la toalla. ¿Estará, quizás, utilizando alguno de esos algoritmos que le ha hecho famoso para despejar la duda de si apadrinar o no otra candidatura? ¿Quién podría ser el Caballero Blanco, que disputara al gallego la presidencia? Si no le salen los números, que no le saldrán, genuflexo ante el nuevo presidente, sabedor que Feijóo es reacio a las guerras internas; a cambio de su renuncia a cualquier intriga y de la incondicional puesta a disposición de sus huestes, podría aspirar a ser candidato a la presidencia de la Autonomía de Murcia en las próximas elecciones. Pobre López Miras, como decimos en esta querida tierra, con Teo sobrevolando sus dominios, 'mal pájaro se le ha 'parao' en la bardiza'. Lo malo es que nuestro presidente le debe muchos favores: arreglo 'in extremis' de la moción de censura, y el último, desactivar la operación de la alcaldesa de Archena para disputar al lorquino el trono murciano.

No soy quién para dar consejos, pero si doña Patricia quiere seguir adelante, que tal vez sea bueno para el PP, debe alejarse como de la vara verde de esas estantiguas peperas que nunca tienen bastante. Que el Dios de la lluvia reparta suerte.