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Quienes somos lectores asiduos desde la niñez (primero de tebeos y posteriormente de muy diversos géneros literarios) hemos acabado comprendiendo no solo el efecto de ... compañía que producen los libros sino otros beneficiosos frutos íntimos, como la ampliación del conocimiento, el feliz hallazgo de historias que nos conmueven, nos inquietan o nos hacen reflexionar, además de abundar en la indagación sobre nosotros mismos.
Lo bueno de los libros es que los hay adecuados a todas las mentalidades, a las diferentes actitudes ante la vida y a los múltiples deseos que la mente alberga. Muchos de ellos brindan la enriquecedora posibilidad de ofrecer diversos niveles de lectura. Una obra maestra como 'El Quijote' puede entenderse como una humorada donde un loco de atar quiere rememorar las fantásticas hazañas de los caballeros andantes, héroes literarios de su biblioteca de hidalgo. Sus caídas, fracasos y topetazos contra una realidad poco sensible a la bondad y la justicia provocaron la carcajada de sus contemporáneos. Una lectura más profunda descubrirá en sus páginas destellos de una realidad infinitamente más trascendente: el itinerario vital de este héroe literario por La Mancha, Aragón y Cataluña es trasunto de la propia existencia en su camino del nacimiento a la muerte. Otras interpretaciones se le añadirán: el ideal de justicia y solidaridad con los débiles es una utopía inalcanzable; la rastrera sucesión de mezquindades, incomprensión, burlas y mala suerte se impone contra el héroe. Y, finalmente, alusiones comprometidas, como la invectiva contra la expulsión de los moriscos por la Corona (episodio del morisco Ricote), excluyen la interpretación de esta obra como una novela inane y exenta de carga crítica.
Leer, pues, se convierte en un modo de afirmación del espíritu frente a las propuestas falsamente más atractivas del hedonismo actual, en una forma de resistencia contra la vacuidad frívola de un mundo volcado en lo visual, atrapado en la piel de las cosas y los hechos sin ahondar en sus significados trascendentes.
Este preámbulo, declaración de amor a la lectura, desemboca en que, andando el tiempo, he guardado libros en variados lugares domésticos: la biblioteca (cuyas estanterías rebosan, cargadas de filas superpuestas), la mesilla de noche (para los de actualidad), a veces la cocina (la enciclopedia culinaria, recuerdo de lejanos tiempos de enciclopedias), también la mesa de la habitación donde hacemos vida y descanso (nunca en el baño, lugar indigno para la alta estima en que los tengo). La mesa del salón, donde comparten espacio con revistas, acoge los libros aludidos en el título. Suelen ser, generalmente, de arte –fotografía y pintura, sobre todo–, aunque también aguardan en ese limbo anterior a su ubicación en la biblioteca personal los últimos recibidos o comprados. En ella tenemos actualmente Nuria y yo varios ejemplares. El más reciente, 'La memoria de las Tierras Altas de Lorca', de Paco Alonso, fotógrafo de LA VERDAD, un hermoso viaje de imágenes entrañables, acompañado de textos, por las pedanías norteñas, que podrían acogerse a la denominación de 'la Lorca vaciada'.
Acompañan a este la impresionante galería fotográfica 'Visit Spain', del inolvidable Ramón Masats, introducida por el murciano Chema Conesa, fotógrafo a su vez de amplios y sugerentes registros. Un paseo en imágenes por la memoria popular española entre 1955 y 1965. Masats refleja en blanco y negro el avatar cotidiano de un país recién salido de una atroz posguerra e inmerso en una vigilante Dictadura. Un testimonio impagable de cómo fuimos en unos años tristes de mercados populares, con imágenes de curas y monjas de sotanas y hábitos volanderos, la España rural de toros y cucañas, romerías, viejas enlutadas y héroes como Bahamontes, que redimían de una tristeza engastada en la médula de los huesos.
En espera de una relectura, descansa el ensayo 'El individualismo utópico', de Lucas García Guirao, quien desmenuza con novedosos argumentos esa moderna ideología dominante, de imprevisibles consecuencias, que pone en cuestión todo un sistema de ideas heredado de la Ilustración y el Racionalismo. Asimismo, el cuaderno de aleluyas y expresivos dibujos con el que César Oliva conmemora los cien años de 'Luces de Bohemia', de Valle Inclán, obra fundamental del teatro español del siglo XX por su lúcido análisis social y su anticipo de la actualidad: connivencia de ciertos medios con los poderes del Estado, existencia de fondos de reptiles en las cloacas del Gobierno, y grandezas y miserias de la creación literaria, además del fresco impresionante de una época donde cuajaron algunas de las ideas de progreso que hoy nos guían.
Y, en fin, para cuando remita la emergencia sanitaria y podamos retomar los entrañables hábitos viajeros, bajo los libros, una revista propone cincuenta rutas por una España de impresionantes paisajes y monumentos señeros que espera la visita, no de turistas presurosos sino de atentos viajeros que sepan apreciar el arte y la belleza.
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