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Una interesante propuesta estilística para la práctica de la escritura la enunció en latín el comediógrafo francés Jean de Santeul en el XVII, con la ... frase 'ridendo castigant mores' (las costumbres se corrigen con la risa). Ese es el meollo de la comedia antigua que dejaron como herencia cultural Aristófanes y Menandro, en Grecia, y Plauto y Terencio, en Roma. Diluido el latín en las lenguas romances y vivo aún en los tratados científicos, algunas Humanidades y la lengua eclesiástica, su importancia fue decayendo, a pesar de ser un pilar básico del español que hablamos. Los últimos años han ido contemplando su desmoronamiento a raíz del menosprecio y el olvido, mientras, paradójicamente, la publicidad continúa usando la magia de sus palabras para vender productos (numerosas marcas de vino ostentan denominaciones en latín). Hoy, a punto de desaparecer del panorama de la enseñanza y la cultura para convertirse en un idioma doblemente muerto, cabe hacer un llamamiento urgente para que este latinicidio no se produzca.
Vinculado el latín equivocadamente con la seriedad, con olvido de que con él han sido posibles el humor, la crítica, la ironía, la sátira, así como la fundación de la comedia como uno de los grandes géneros literarios, traigo a colación algunas frases que abundan en este sentido.
Es célebre la errada traducción, por estudiantes de Humanidades poco avezados, de la frase 'O tempora o mores' (¡oh, tiempos, oh, costumbres!), pronunciada por Cicerón en 'Las Catilinarias' con el sentido de añorar la reciedumbre y nobleza de las antiguas tradiciones, en contraste con los que consideraba desvíos de su época. Con ella venía a reivindicar ese dicho tan incierto de 'cualquier tiempo pasado fue mejor', oponiéndolo a las supuestas ignominias del presente. Los malos estudiantes, dejándose llevar por 'falsos amigos' (traducciones erradas de palabras y frases de otro idioma atendiendo a su parecido formal), reducían este conservador lamento ciceroniano a la chusca expresión 'oh, tiempos de los moros'.
El propio Cervantes se hace eco en el entremés 'Los dos habladores' –supuestamente de su autoría– de un chiste de su época resumido en la frase 'la necesidad tiene cara de hereje', es decir, los pobres cometen delitos por pura necesidad. La frase procede del dicho latino 'necessitas caret lege', es decir, la necesidad no está sujeta a leyes.
En cierta ocasión, un profesor dejó caer en nuestra clase de pipiolos asombrados, para que la tradujéramos, la oración 'mater tua mala burra est'. Hasta que no concluyó que 'est' procede del verbo 'edere', comer, y no de 'sum', ser, y que 'mala burra' no significa lo que parece sino 'manzanas maduras', no nos llegó la camisa al cuerpo.
El autor del 'Lazarillo' ya se burlaba, en la figura del buldero, de quienes no sabiendo latín lo hablaban como una jerigonza ante los iletrados, pero se guardaban muy mucho de hacerlo ante clérigos que hubiesen estudiado latines.
Muchas de estas frases solían ser bromas de antiguos seminaristas, devenidos en profesores de latín, que nos dieron clase de bachillerato en Institutos y academias particulares. A las que acudíamos, en mi caso, para remediar las carencias causadas por la deserción de los estudios de Ciencias, tras descubrir las escasas, o nulas, capacidades para comprender sus arcanos. No logré descollar en los saberes clásicos, por lo que me sucede como a muchos exiliados, que no se les considera de aquí ni de allí. Sin embargo, debo lamentar el abandono y la incuria a los que los últimos Ministerios de Educación –de izquierdas, derechas y mediopensionistas– han sometido a las Humanidades, especialmente a esta lengua, en cuya defensa he escrito algunos artículos.
Y, recordando que, con enorme frecuencia, el humor olvida su ingenua y gratificante función de hacer reír para convertirse en un látigo con que fustigar conductas desviadas del ideario moral y de la adecuada interpretación de algunos derechos universales, me traslado al presente. En una de sus geniales viñetas, transformaba El Roto el nombre Mare Nostrum por el de 'Mare Mortum' –sospecho que queriendo decir 'mortium', mar de la(s) muerte(s)–. Mare Nostrum era la denominación 'doméstica' de los romanos para el Mediterráneo, por hallarse entre dos orillas continentales cuyas tierras pertenecían al Imperio, especialmente tras la caída de Cartago.
Podría escribirse un tratado sobre la enorme carga de profundidad crítica y la inmensa capacidad de denuncia que encierran esas dos concisas palabras latinas. Es una de esas ocasiones en que el humor abandona la risa para vestirse con los ropajes de la ética y lanzar una acusación contra la sociedad, que observa indiferente la tragedia de masas inmensas de huidos de las guerras, la miseria, las persecuciones y la muerte, sin exigir a sus gobernantes soluciones a esta hecatombe humanitaria. Guerras, por cierto, muchas de las cuales hemos provocado con nuestra intervención, nuestro apoyo o nuestra indiferencia.
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