Tres cuartos de lo mismo en Glasgow
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LA ZARABANDA ·
«A los de Medio Ambiente nunca nos ha querido nadie», dice Fuensanta, sin ira pero con verdadAhora le toca a Glasgow ser escenario de la gran farsa climática que los poderosos convocan de cuando en cuando. Van a celebrar allí lo ... que pomposamente llaman una cumbre. Y la han marcado, como a las vacas en los westerns, con las consiguientes siglas (CIOP 26 de la ONU), para que la convocatoria parezca el no va más, tocante a prevenir el tremendo tomate que se nos avecina.
–Dirá usted que ya está aquí.
Pues claro que lo digo. Seguro que el evento será una fantasmada más. Como lo fueron Tokio, París, Madrid... No sabría decir si esta cumbre escocesa, que se titula 'de la ONU', tiene que ver con las anteriores que he mencionado. Tanto si es que sí como si es que no, da lo mismo. Será un gasto inútil. Solo servirá para que los asistentes, en viaje pagado más dietas, comprueben que el whisky de Escocia es digestivo, pero no revulsivo.
No resulta fácil comprender cómo se empeñan en seguir organizando estos foros, que son mera propaganda, a sabiendas de que no servirán para nada. Fingen haber cogido por los cuernos a ese buey que ya muge, llamado desastre medioambiental, cuando lo que de verdad les importa es zamparse un buen solomillo, tras despertarse de un discurso sobre las maldades del CO2. Ellos sabrán a quiénes pretenden engañar, pues los jóvenes (que son los mayormente damnificados por el temporal) no aceptan sus mentiras.
No hay que ser un lince para detectar la nadería que caracteriza a esas pretenciosas conferencias mundiales. Lo ha explicado muy bien, en un ámbito más familiar, una funcionaria murciana que acaba de jubilarse. Dice, refiriéndose a la clase política: «A los de Medio Ambiente nunca nos ha querido nadie». Fuensanta Vicente, trabajadora durante treinta años en la administración medioambiental, ha soltado la gran verdad, mientras recogía sus cosas antes de abandonar el despacho. A lo largo de su vida profesional ha tenido mil ocasiones de entristecerse, viendo cómo los políticos de turno se pasaban unos a otros (con mucho asquito, como si dijéramos) el grave asunto de la conservación del planeta.
Ella, al menos, sí que ha cumplido.
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