Tanta pantalla entontece
LA ZARABANDA ·
Los padres castigan a los hijos por el mismo pecado que cometen ellosSecciones
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LA ZARABANDA ·
Los padres castigan a los hijos por el mismo pecado que cometen ellosLo que no puede ni debe ser, no debe ni puede ser. –¿Ha sudado usted para largar semejante tontería?
Pues no, porque hoy está refrescando. ... Sepa el buen lector que mi propósito era redundar. Más que nada porque el asunto es grave. Estamos completamente empantallados, que es lo mismo que decir empantanados en el recuadro luminoso. Y si eso fuera poco, los móviles (que también son pantalla, pero menguada) son casi tantos en circulación como individuos tiene el planeta. Si dijéramos: «Que levante la mano quien no tenga móvil», haría falta echarse al monte con una linterna, como dicen que hizo Diógenes. Y lo peor es que la adicción va a más.
Obcecarse con algo no es bueno. En el caso de las pantallas, afectan para mal a la salud física y mental. Reconozco que las ciencias cibernéticas han adelantado una barbaridad. Pero igual de bárbaro es depender de las pantallas en tan gran medida. Es muy cierto que son necesarias para trabajar. Lo que censuran los científicos es que nos pasemos todo el santo día mirándolas. El daño que ocasionan en los pequeños es todavía mayor. En casi todas las circunstancias, ensimismarse con los juegos y las redes sociales destruye a la persona. Algunos padres procuran evitar una dedicación que ya es dependencia. Pero no servirá de nada, mientras sigan siendo los adultos quienes no dan ejemplo.
El papel ha perdido su prestigio de antaño. Da pena ver los libros durmiendo encima de la mesa, o en las estanterías, o por los rincones, abandonados como la lira de Bécquer. Sé de chavales que no leen nada si no es en la pantalla. Se ha perdido el gusto por pasar las hojas, poco a poco, conforme vamos avanzando en la lectura. O cerrar el volumen unos instantes para recapacitar en lo que acabamos de leer. O acariciarle el lomo afectuosamente como se hace con un perrico.
El abuso de la pantalla acaba dañando la vista y, según qué contenidos, el juicio. Y lo peor es que estamos condenados a usar, cada vez más, el móvil para todo. Es lo que ha programado, en secreto, ese puñado de hombres monstruo que mueven los hilos de nuestro vivir.
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