La sociedad se ha desgastado

–Y las vascas, ¿qué?

¡Vaaale! También a ellas, faltaría más. Si la sociedad es un instrumento (supongamos que de progreso) y herramienta del vivir en compañía, junticos los unos con los otros (la familia, el municipio y el sindicato), bien pudiera ocurrir que con el discurrir de los siglos haya sufrido un desgaste. Todo lo que existe a nuestro alrededor, incluyendo Moncloa, se desgasta por el uso. O porque, aun cuando no se use, los elementos lo erosionen. Pero volvamos al grupo humano: lo que llamamos sociedad. Y que consiste en esperar la inevitable muerte, conllevando la cosa del vivir de acuerdo con unas creencias. O tal vez sin ninguna creencia, pero obedeciendo una norma votada en las urnas o dictada por el dictador.

Entendemos que una sociedad se desgasta cuando no funciona bien. Un ejemplo puede ser el ventilador. Cuando hace casi más ruido que aire, se debe a que su mecanismo ha sufrido un desgaste. Ya no cumple su función. Puede que a la sociedad le suceda lo mismo. ¿En qué se nota eso? Pues en que los individuos hacemos demasiadas cosas mal. Y, sobre todo, porque no nos importa que sea así. Peor aún: nos gozamos en ello.

He encontrado un ejemplo. En una calle de Murcia había un conductor que se disponía a meter el coche en el garaje de su vivienda. Mientras tanto, el del coche que venía detrás se puso a tocarle el claxon con toda la furia del mundo. Como si llegara tarde al Consejo de Ministros. No podía pasar, ni tampoco esperar ¡unos segundos! Pues, cuando pasó, siguió tocándole el pito al otro, además de los cojones, en una especie de apoteosis estúpida.

Yo eso lo veo desgaste social.