¿Una semana sin móvil? Ni de coña
LA ZARABANDA ·
Érase un hombre a un iPhone pegado, érase un iPhone superlativoSecciones
Servicios
Destacamos
LA ZARABANDA ·
Érase un hombre a un iPhone pegado, érase un iPhone superlativoUna señorita de nombre Solange Vázquez, periodista, ha tenido el atrevimiento. No creo que haya mucha gente que, disponiendo de un móvil a su nombre, ... sea capaz (sin grave daño para sus nervios) de pasarse siete días sin echar mano del aparato. La moza que digo lo ha hecho para contarnos el resultado de su experiencia. Transcurrida esa semana tan anómala nos dice: «Me he perdido muchas cosas, sí, pero me he concentrado como nunca».
–¡Igual que el tomate!
Un respeto, porfa. Si no nos tomamos en serio el experimento, no podremos sacar conclusiones útiles para el vivir. No está bien que, cuando una persona se somete a un sacrificio semejante, la tomemos a pitorreo. Yo comprendo que (habiendo tantísima gente incapaz de permanecer más de cinco metros alejada del telefonillo), si una persona es capaz de tenerlo apartado durante toda una semana, le cojamos manía. Solo porque nos da envidia de que le haya echado narices al tema. Pero no hay que preocuparse. La periodista en cuestión, pasados esos días de ayuno, ha regresado felizmente al uso y disfrute del instrumento.
El resumen de tan meritoria experiencia es que, durante ese tiempo, Solange ha estado más atenta a otros asuntos del vivir cotidiano. Es lo normal. Aunque alguien preguntará (en su terquedad por defender el uso permanente del chisme) si esos 'otros asuntos' han sido más rentables que permanecer con el móvil en la mano o, por lo menos, al ladico. Esto que digo sugiere que el personal no está nada propenso a separarse del curioso y masificado invento.
He aludido antes al telefonillo, equivocándome. Los sondeos dicen que el móvil se emplea cada vez menos para hablar por teléfono. Algo así sospechábamos por la propia experiencia de cada uno. Cada día que pasa, mediante algo llamado 'aplicación', nos obsequian con algún menester nuevo. Se cumple así la ley de la inseparabilidad, en virtud de la cual llegamos a lo que escribió Quevedo, acerca de «un hombre a una nariz pegado». Los ciudadanos de la post-post-modernidad somos entes pegados a un móvil, siendo este aquella 'nariz superlativa'. No en tamaño, sino en prestaciones. ¿Qué me dice el lector?
–Pues que mejor lo dejamos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.