Y Roque Baños cantó su pregón
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LA ZARABANDA ·
Compuesto hace tres años, esperó a que la pandemia nos diera un respiro y emocionó a JumillaGente que solo de oídas conoce al músico jumillano...
–¿El de los Goyas?
Justo. Pues incluso esas personas intuyen que la vocación de Roque ... Baños se sustentó sobre tres circunstancias. La Semana Santa de su pueblo (de siempre tan musical), su aprendizaje en la academia de la Asociación Jumillana de Amigos de la Música y el contacto con la obra de Alfredo y Julián Santos. Todo esto le hizo caer en la cuenta de que fue su pasión por la música lo que justificó su llegada a este mundo.
Al pequeño Roque lo despertaban en Semana Santa romanos que tocaban tambores y cornetas. Ese pitorreo un tanto enloquecido le provocaba tal entusiasmo que, con otros amiguetes, se iba corriendo al vertedero en busca de algo que se pareciese a un instrumento musical. Según confiesa, pudo verse a sí mismo soplando un pie de lámpara de mesilla. Hacerse un tambor podía lograrse usando latas de atún. Tocante al 'santo', unas maderas viejas sustentaban dos listones, formando una cruz que siempre acababa por los suelos. Hacer procesiones 'de juguete' era afición común a todos los zagales de Jumilla. (En mi grupo hubo un José María Bustamante que, luego de modelar con greda Samaritanas y Verónicas, se metió fraile).
Pasado un tiempo, a Roquico lo hicieron nazareno del Santo Costado. Pero, al ser infantil, no usaba capuz. Terminó retirándose. Le daba corte que lo vieran ponerse colorado, al no tener caramelos suficientes para repartir. Sus padres (ella tenía el oído y él aportaba el entusiasmo) lo enrolaron en la Academia de Música. Y otro nuevo suceso conmocionó la cabecica de Roque. Cuando conoció la Escala Diatónica, las notas se le incrustaron en su cerebro ávido. Volvió a casa dando saltos, tras descubrir que la combinación de las siete notas produce melodías preciosas. Y entonces se puso a componer como si hubiera enloquecido de felicidad.
Cuando por fin entra en la Banda tiene una premonición. Como la de Jumilla desfila cerrando el cortejo, imagina que los músicos son los créditos de una película titulada 'Procesión'. Y contempla a los espectadores que recogen sus sillas y regresan a casa satisfechos por lo que han visto.
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