Un millar de Feijóos

–Y semejante chorrada, ¿a cuento de qué?

Bueno. Vamos a ver. Sepa el lector que, en esos tiempos que corren, tan post-post-modernos, el afán imitativo o imitarorio está a la orden del día. No hay más que ver las coletas y los moños masculinos, el cabello palante con el 'arriba España' muy trabajado, las barbas, la mera perilla... Todo esto tocante a los cabellos y pilosidades faciales. Por lo poco que sabemos del Más Allá, parece como si un espíritu (o simplemente Hollywood) nos dictara cómo hay que ir por la vida. En otro orden de asuntos, recuerde el lector que la despedida adornada por 'Que pase un buen día', ahora tan en vigor, la copiamos de las películas y seriales que nos mandan desde los Estados Unidos.

Pues lo de ser como Feijóo equivale a lo mismo, si bien es producto de su ascensión al trono de Génova. En este parecerse al líder (contra el que Moncloa no para de disparar dardos dialécticos), la mascarilla anti-Covid, si bien ya en peligroso desuso, ayuda mucho. Pues solo hay que imitar talla, cintura y gestos de ojos, frente y orejas. También el peinado y el timbre de la voz, aunque esto último resulte difícil, ya que el timbre del caballero es peculiarmente propio. O sea, el suave deje galleguiño.

Si el lector tiene a bien fijarse, verá cómo ya pululaban, durante la Semana Santa, ejemplares humanos tipo Feijóo. Sobre todo entre la grey oficial. Esto último lo he notado yo en las fotos de las autoridades que nos traen el periódico y la tele todicos los días. Unos han perdido la panza, otros se han subido el tacón del zapato y, en fin, que hoy toca Resurrexit.