Medio millón dan la cara

A no mucho tardar (ya solo faltaba que el nombramiento se demorase) el Mar Menor será una persona jurídica. Como usted y como yo. Solo por eso tendrá derechos que corresponden exclusivamente a los individuos. Salvo en aquellos casos en que esos mismos individuos consideremos de justicia que un bien de la Naturaleza logre dicha categoría. A partir de ese momento, no digo yo que vayamos darle el DNI a la laguna, pero sí algo parecido. Le vamos a ofrecer una consideración, de esas tan excelentes que solo se le tienen a una madre. A alguien muy querido, en fin.

En lo sucesivo, que le hagan daño al Mar Menor será igual de grave que si se lo hicieran a un niño o a un anciano. En lo coercitivo, «toda conducta que vulnere los derechos reconocidos y garantizados por esta ley (...) generará responsabilidad penal, civil ambiental y administrativa, y será perseguida y sancionada».

–¿Y si fuese la misma autoridad, como ya ocurrió, la que...?

¡Nada, nada! Leña al mono. Así fuera el copetín de Bullas o el rey del Mambo. No habrá excepciones. Esto no significa que, a partir de un momento dado, el Mar Menor se convierta en un mírame y no me toques. Podremos abrazarlo como se abraza a un amigo, besarlo como se besa a una novia, mimarlo como se mima a un bebé y respetarlo como se respeta a un abuelo... ¿Pues cuándo se mostró el pequeño mar arisco con nadie? Nunca, que se sepa. Nos lo dio todo, el pobrecito, a cambio de nuestras perversiones.