Koeman

La parsimonia con la que el rubio Koeman se expresa, lejos de darme tranquilidad, me provoca nerviosismo. No por mí. Por él. Por su futuro que (a mediodía del jueves, cuando escribo esto) se me figura negro. Explicaba: «Bien planteado partido. Bien jugado, pero no ganar. Presidente ¡uf!». Quiere decir que el encuentro no se perdió porque los muchachos lo hicieran mal. Todo lo contrario. Mas, comoquiera que el presidente no abre la boca, el neerlandés sospecha que no está contento. Y concluye, con muy buen criterio, que no hay que dejar escapar los siguientes tres puntos. No sin añadir: «Periodistas decir quieran. Es lo que hay».

Cuando está entre amigos, se manifiesta igual de despacioso, debido a su pachorra. Pero entonces ya se atreve a largar más: «Yo, 'procés' no entender pío. Yo, profesional nada más. Presidente, no sé si también político de procés. Ignoro. Él quiere ganar. Lo mismo yo». Claro, los silencios de Laporta (que solo se rompen para lamentar que el club, precisamente por ser más que un club, está sin un duro) hacen que la situación resulte aún más tensa. «Él no decir. Yo tampoco decir. Solución, ganar partidos. Eso importa mí. Otras leches, no».

Luego está lo del Real Madrid. Que no se puede eludir tan fácilmente. «Real Madrid, yo nada comentar. No mi problema. Lo mío, digáis que digáis periodistas, ganar partidos». Es cierto que el fantasma de Messi revolotea por el Camp Nou. Y Koeman lo sabe. «¿Qué sirve hablar Messi? No está. Presidente saberlo».

Y para terminar: «¡Joooder!».