¿Estamos en lo que es?

De una forma o de otra, la pregunta sirve igualmente para coger de las ramaleras al macho. En el caso que nos ocupa, el macho no es otro, ¡ay!, que el pobrecito Mar Menor. Han corrido y siguen corriendo ríos de tinta sobre este particular. Y han volado y siguen volando vendavales de palabras acerca de lo mismo. Con tanta abundancia y exageración que, como tras la tormenta viene la calma, parece que la temática estuviera agotada. La única nueva que tenemos es la decisión de San Esteban, algo remolona, de sumarse al proyecto de que el Mar Menor sea persona jurídica.

Debo mencionar también un artículo del sábado, aparecido en LA VERDAD. Lo firma José Luis Hervás Martín. Su contenido es lo que me ha llevado al '¿Estamos en lo que es?', que da pie a esta zarabanda. Convendría saber si al problemazo de nuestro pequeño y estropeado mar se le están poniendo remedios concretos y, sobre todo, eficaces. Es decir: ¿Estamos todos en lo que es? Y ese 'lo que es' ¿está siendo lo que debiera ser? Aparte del bla-bla-bla y del chim-pam-pum, convendría que el pueblo supiese qué soluciones se están tomando, por parte de quién y con qué resultados.

El Mar Menor no debería quedar en una caseta de feria, donde disparamos a las cintas, a los palillos y a los patitos que corren en fila, con una mugrienta escopeta de perdigones, ¿se acordáis?, buscando el premio de su restablecimiento.

–¿El restablecimiento de quién?

¡Pues del Mar Menor, jodeeeer! Queremos saber en qué ha quedado todo. Aquellas manifestaciones pidiendo árnica, aquellos tratamientos con árnicas diversas, las promesas cumplidas u olvidadas, si existen mejoras y cómo podremos constatarlas... En dos palabras: ¿Estamos en lo que es? Y también, ¿qué es lo que es? Digo.