Se esfumó la Cuarta Dosis

Ha llegado un momento en que, visto lo visto, sabemos que sabemos poquico. Pero incluso esto es meritorio. Hablo de las vacunas y de la manera más conveniente, por relativamente eficaz, de llevar adelante novísimos tratamientos. Lo más estimable es el esfuerzo de los sanitarios, en lo que tiene de científico y también de calor humano. Puesto que hay que morirse, hagámoslo recibiendo el buen trato de los que nos acompañan en el postrero instante. Aunque mejor sería hacerlo en la casa de uno, con la familia alrededor de la cama.

Toda la novísima ciencia anti-Covid que, conforme pasen los días, vayan descubriendo y aplicando investigadores y médicos, hará que el problema de la ignorancia científica se vaya desvaneciendo cada vez más. Hasta que llegue un momento en que lo sepamos todo acerca de esta infección que, como los Reyes Magos, pero con objetivos menos gozosos que la epifanía, vino de Oriente.

Estas cosas que comento sin demasiado fuste me las sugiere la fallida Cuarta Dosis, a la que concedo el privilegio de las mayúsculas, porque con ella se pensaba darle al virus el pescozón definitivo. Pero he aquí que la EMA, también llamada Agencia Europea del Medicamento, dice ahora que nones. Que un nuevo pinchazo después de tres, no solo no ayuda, sino que pudiera perjudicar. ¡Válgame San Válgame! y tiro porque me toca. Y eso que, antes de que pontificara la EMA, hubo expertos que recomendaban las cuatro banderillas. Y paisanos dispuestos soportar las molestias consiguientes.

Si los paisanos siguen muriendo y no habrá Cuarta Dosis, ¿a qué tablón de salvación podremos agarrarnos? Dígamelo usía.