¿Lo de Carmona? Se lo explico

En algunas ocasiones (son pocas, pero gloriosas) el alto mando, el que mueve los hilos de todo lo que se menea, tiene el atrevimiento de tomar una medida que, a los ojos del común, resulta insólita. Incluso escandalosa. Algo que no tiene explicación. Es lo que está sucediendo con el ascenso de Carmona. Este caballero, que es listo y tiene una labia tan larga que se la pisa, ha sido instalado en la vicepresidencia de la sacrosanta compañía. Con el encargo (explícito para él, pero secreto para los demás) de bajarnos el precio de la electricidad.

Se pretende así, por la mediación eficientísima del gran Carmona, acabar de una vez por todas con el coñazo de ver y oír en la tele al presentador de turno, calificando de 'histórico' el precio por kilowatio alcanzado para esa concreta jornada. Que uno ya acaba no sabiendo qué será peor: si pagar la luz más cara o escuchar esa chorrada periodística de escribir la Historia Contemporánea tomando nota de las subidas que se producen a diario.

Carmona reúne un montón de atributos. Es de los nuestros (quiero decir 'de los suyos', entiéndame el lector); gasta una inteligencia muy viva; funciona de puta madre en las réplicas, que son inmediatas y consistentes; sonríe cuando el oponente espera que se enfade; y no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. Su elección es un éxito de la superioridad, tanto si es como si no es Moncloa.

–Pudiera ser persona interpuesta.

Correcto. Quizás haya sido una interposición, pero ¿cómo saberlo? Hasta sería posible que el designio fuese divino. Esté atento el lector a las bajadas tan históricas que van a tener lugar, nada más tomar Carmona posesión de su silla. Eléctrica, por supuesto.