El asombro de Damasco

No pasa na. Nunca pasa na. Toda dolencia tiene su medicina. Así es que yo, ahora, voy a hablar de un muchacho de Murcia que, si nos ponemos a comparar, gana por goleada. Quiero decir...

–No, si le entiendo a usía bastante bien.

Insisto. Lo que está haciendo el nene Alcaraz (porque casi es un nene, pero grandullón) lo hacen pocos... ¡en el mundo! Tanto el planeta del tenis como el del no tenis están con la boca abierta. La de Alcaraz, que es enorme, todo hay que decirlo, también. Pero él no la abre así porque se admire de sí mismo, creo yo, sino para sacar de dentro su gozo por tanta victoria consecutiva.

La foto de la portada de LA VERDAD del domingo trae evidencias interesantes. Una, que nuestro muchacho tiene una boca de las de emitir triunfos. Y comoquiera que ha roto todos los esquemas, en su camiseta azul profundo aparecen los pedazos de esos esquemas. Si el lector busca el periódico y se fija, verá rombos, romboides, triángulos, rectángulos y demás pedacitos de esquema, que aparecen dibujados en blanco. En la mano izquierda luce la raqueta, manejándola como si fuera liviana, o sea de ping-pong. Y en la izquierda puño cerrado, apretando con tanta fuerza la leyenda negra murciana, que al abrirlo veremos que está hecha añicos.

–Todos los murcianos no son Alcaraz, ¿eh?

Es muy cierto. Pero murcianos son Saavedra Fajardo, el conde de Floridablanca, Juan de la Cierva, Isaac Peral, Salzillo... y tantos pintores, escultores, escritores, empresarios, agricultores, gentes todas de pasable o buen vivir. Y si de la Huerta hablamos, pues Paco Sánchez Bautista mismo.