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En el breve periodo de unos cuantos días, el mundo ha perdido a dos hombres buenos: el Papa Francisco y el escritor Mario Vargas Llosa. ... Los dos han tenido una larga y fructífera vida; los dos eran de Suramérica; y los dos han dejado una profunda huella. Y, quizás, a primera vista, no cabría establecer más similitudes ni más paralelismos en sus vidas. Francisco era un católico ferviente y convencido. Vargas Llosa un agnóstico confeso, un hombre apegado a este mundo. Francisco era un hombre ascético, espiritual y contenido. Vargas Llosa, un hombre vitalista, apasionado, y de unas relaciones sentimentales complejas. Y, sin embargo, pese a estas grandes diferencias, yo encuentro ciertas similitudes entre ambos. Los dos se caracterizaron por un esfuerzo permanente de aproximarse al ser humano, pero no en abstracto, sino al hombre concreto, al que sufre, al que padece, al que se encuentra desvalido y sin horizontes, perdido en la jungla de la crueldad y el egoísmo de los demás seres humanos.
Con respecto al Papa Francisco, estoy de acuerdo con Javier Cercas. El escritor catalán pasó algún tiempo cerca de Francisco. Y ha dicho que, si alguna característica define la personalidad del Papa Francisco, es la misericordia, en el sentido en el que él mismo la entendía. Francisco observaba las miserias que sufren en este mundo muchos seres humanos que se encuentran en situaciones muy desfavorables. Contemplaba las injusticias, las marginaciones, las persecuciones, el dolor, el hambre, la enfermedad, la pobreza... Y todas estas miserias humanas, las hacía suyas, las introducía en su corazón, y así brotaba del mismo ese complejo sentimiento que es la misericordia: el dolor de corazón por las miserias que padecen nuestros semejantes. La misericordia está construida de empatía, de ausencia de egoísmo, de altruismo, de capacidad de ponerse en el lugar de otros... Materiales anímicos todos ellos poco comunes en nuestras sociedades materialistas, hedonistas, en las que se ensalza la egolatría, la vanidad y el narcisismo. En contra de lo que algunos dicen, Francisco no ha sido un Papa ni de izquierdas ni revolucionario. Ha sido simplemente un jesuita comprometido con el Evangelio. Jesús nos dijo que amásemos al prójimo como a nosotros mismos, y que amásemos a nuestros enemigos. Y esto lo dijo hace más de veinte siglos. Algunos están tan obcecados con la adoración al becerro de oro, que llegan a pensar que es de izquierdas todo aquel que pretende simplemente ser un buen cristiano, y vivir conforme al mensaje del Evangelio.
El Papa Francisco fue un hombre valiente y sincero. Espero que que la Iglesia siga la buena senda que Francisco trazó.
Cuando Mario Vargas Llosa murió, tenía un año más que Francisco. En muchos aspectos de su existencia, tampoco suscitaba unanimidades. Su trayectoria personal realmente sólo le importaba a él y a su familia. Y, quizás, a sus amigos y a las mujeres a las que amó. Sin embargo, mucha gente opinó sobre estas vicisitudes personales, porque él mismo las hizo públicas en algunos de sus libros, como 'La tía Julia y el escribidor'; o bien porque se unió con alguna mujer habitual en la llamada prensa del corazón.
Tampoco suscitó unanimidades con sus opiniones y sus actuaciones políticas. Pasó de ser un comunista defensor de Fidel Castro, a convertirse en liberal y un crítico muy duro del dictador cubano. Su aventura en las elecciones presidenciales de Perú no fue muy afortunada. Fue derrotado por Fujimori. Sin embargo, esta derrota le sirvió a Mario Vargas Llosa para encerrarse en Londres a escribir un libro extraordinario, una especie de memorias que título 'El pez en el agua', en el que cuenta, en paralelo, su vida privada y su experiencia política en esas elecciones en que fue derrotado.
Luego, en conferencias y en tribunas de prensa, Vargas Llosa expresó opiniones muy discutibles. Algunos, leyendo las cosas que decía, llegaban a la conclusión de que un buen escritor no tiene por qué ser un buen político.
Sin embargo, lo que sí suscita unanimidad es la elevada calidad de su obra literaria. Vargas Llosa ha sabido en casi todas sus novelas aproximarnos a esos aspectos del ser humano que no han logrado explicar ni la psicología ni la psiquiatría. Sus novelas están llenas de personajes que nos ayudan a comprender mejor a los seres humanos. Y Vargas Llosa, como el Papa Francisco, manifiesta una tendencia a estar junto a los débiles, a los marginados, a los desfavorecidos y a los humildes. Y esto le lleva a denunciar con dureza muchos abusos de poder, muchas situaciones en que un ser humano es capaz de abusar de otro ser humano. De este modo, casi toda la obra de Vargas Llosa alcanza cotas de excelsitud. Precisamente por su proximidad, por su empatía, con los infelices. Y en esto se asemeja a la capacidad de misericordia del Papa Francisco.
Claro que en el futuro nacerán otros seres humanos tan grandes como los que acabamos de perder. Pero hoy nos toca llorar a Francisco y a Vargas Llosa, porque aún teníamos muchas cosas que aprender de ellos.
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