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La pregunta puede parecer puramente retórica, o capciosa. Pero no lo es. Se trata de determinar si es positivo, o no, para todos, el hecho ... de que mejoren las relaciones entre el PP y el PSOE, de que sean capaces de aparcar sus diferencias y sus reiteradas trifulcas parlamentarias, y llegar a acuerdos políticos trascendentes. Algunos dirán que la respuesta es obvia. De hecho, desde hace años, muchos analistas y escritores hemos abogado por un entendimiento, por unos acuerdos básicos, incluso por un acuerdo parlamentario de legislatura, para propiciar mayor estabilidad y seguridad. Pero, aunque parezca increíble, esta opinión no es unánime. Recientemente, los dos grandes sindicatos, Comisiones Obreras y UGT, han expresado su opinión de que sería conveniente que el PSOE y el PP llegasen a un acuerdo para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Y algunos sectores de la extrema izquierda se han rasgado las vestiduras escandalizados. La semana pasada hubo una asamblea de Podemos, al parecer para designar a Irene Montero como candidata a las elecciones generales. Pronunció un discurso el exvicepresidente del Gobierno, y fundador de Podemos, Pablo Iglesias. Se refirió a la propuesta de los sindicatos. Y, dirigiéndose a ellos, textualmente dijo: «Idos a la m...». Seguramente Comisiones Obreras y UGT habrán respondido ya a esta grosera imprecación de Iglesias. Pero, la verdad es que no conozco esa respuesta. Y me sorprende que los medios de comunicación no hayan aireado suficientemente tan maloliente grosería de Pablo Iglesias, ni tampoco la respuesta de los sindicatos.
Me temo que esta opinión contraria a los acuerdos entre el PP y el PSOE también se sostenga en Vox. Abascal ha dejado claro, en varias ocasiones, que no pactará nada en absoluto con el PSOE, y reprocha precisamente al PP por algunas de sus tentativas de aproximación al Gobierno de Pedro Sánchez.
Así pues, lo que a muchos nos parece bueno, no le parece bien ni a la extrema derecha ni a la extrema izquierda. Admitamos, pues, esta tremenda realidad, que es índice de hasta qué punto se ha radicalizado la política en España. Pero dejemos aparte a los aguafiestas, y centrémonos en la esperanza. Hay datos positivos. El PP y el PSOE se han puesto de acuerdo en algunas de las medidas de lo que llamamos escudo anti- aranceles. Se trata de atenuar los efectos perjudiciales para la economía española de los aranceles de Trump. Esta semana, el Consejo de Ministros ha aprobado un paquete de mil millones de euros en avales ICO. Las empresas que acrediten que sus exportaciones a Estados Unidos superan el 5% de su facturación, podrán acogerse a los avales ICO en los préstamos que obtuvieren. Y esto es sólo la primera medida. Se habla de un escudo español antiaranceles Trump de hasta 14.000 millones de euros. El vicesecretario de economía del PP, Juan Bravo, parece que está de acuerdo, al menos, con respecto a este primer paquete. El Gobierno ha consultado con el PP, y éste ha expresado su opinión sobre lo que falta, sobre lo que sobra, o sobre lo que disiente. Pero se ha llegado a un acuerdo. Y esto es un brote verde, un dato positivo muy esperanzador.
Desde luego, esta mejora en el clima político nos favorece a todos. En primer lugar, a los ciudadanos. España adolece de muchos problemas que sólo podrán solucionarse con un acuerdo entre los dos grandes partidos. Ambos representan a la gran mayoría de la sociedad española, y se trata de cambios imprescindibles, que, o bien requieren mayorías parlamentarias cualificadas, o bien requieren una cierta garantía de que las reformas no van a ser flor de un día y que permanecerán en las siguientes legislaturas, gobierne quien gobierne. Piénsese en la reforma del Título VIII de la Constitución, o en la reforma del sistema educativo, o de la legislación electoral, o en la financiación autonómica, o en la reforma del sistema tributario.
Pero es que, en segundo lugar, también beneficiaría a los grandes partidos y a sus respectivos líderes. El PP necesita afirmar su identidad frente a Vox. Y el PSOE, frente a los comunistas. Al votante de centro derecha no le gustan los planteamientos radicales de Vox. Ni al votante socialdemócrata, le gusta lo que dice Yolanda Díaz. Además, como consecuencia de esos pactos, la política española dejaría de estar condicionada por el chantaje permanente de los separatistas vascos y catalanes. Y, en fin, se reforzaría muchísimo la imagen de los líderes de los dos grandes partidos. Yo creo que la mayoría de los españoles quieren ver al frente de la política a hombres y mujeres de Estado, y no a ingeniosos inventores de llamativos titulares de prensa.
Quizás tengan razón mis amigos, y estas opiniones mías no sean más que un alarde de un optimismo voluntarista, porque ¿quién le pone el cascabel al gato? Y quizás este acuerdo entre el PP y el PSOE sobre el escudo antiaranceles no sea el comienzo de una buena amistad. Pero nadie me podrá negar que, al menos, es un dato positivo. Y algo es algo.
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