Secciones
Servicios
Destacamos
Las noticias falsas están acabando con el periodismo! Esta ha sido, lo reconozco, una semana estupenda para gritarlo a los cuatro vientos. Aún estamos digiriendo ... el titular de un tabloide digital de ultraderecha que ha conseguido más de siete millones de visualizaciones y miles de retuiteos en Twitter (ahora X): «Pedro Sánchez anuncia que España invertirá 45.000 millones de € de dinero público para que Marruecos mejore sus infraestructuras». La antinoticia se basa en un plan de infraestructuras obviamente pagado por el país vecino y en el que, como es natural, hay varias empresas españolas de construcción compitiendo por los contratos, pero el titular lo tiene todo: racismo, xenofobia, teoría de la conspiración, 11-M, tractorada, felonía y patrioterismo. Qué duda cabe que estas cosas acaban calando, que la imagen termina llegándote hasta por el grupo de WhatsApp de la familia y que es imposible detener el contagio explicando caso por caso por qué esa historia es mentira y por qué hay que contrastar las cosas antes de difundirlas. Y también hay que reconocer que estas prácticas degradan el periodismo de verdad, imitando la apariencia de las noticias reales y confundiendo datos con intoxicación según un plan que no tiene nada que ver con el derecho democrático a la información y sí mucho con el auge del neofascismo.
Pero. Ah, ¿que tienes un 'pero'? Pues claro. Parece mentira que no me conozcas. Las noticias falsas y las nuevas técnicas de manipulación de masas a través de medios digitales están haciendo mucho daño al periodismo, pero no son lo que más daño están haciéndole al pobre periodismo. Hablo de daño de verdad, de muerte, de cárcel, de censura, de 'lawfare', de ruina. No tanto del prestigio perdido por la proliferación de bulos, que prácticamente solo engañan a quien ya venía engañado de casa. Hablo de los 72 periodistas palestinos asesinados en Gaza mientras informaban sobre el genocidio. O del periodista Pablo González, encarcelado en Polonia y privado de derechos humanos básicos desde 2022: el martes que viene se cumplen dos años de su detención. O de Carlos Sosa, director de 'Canarias Ahora', en el banquillo de los acusados tras la querella de un juez corrupto a quien sus informaciones llevaron a la cárcel. No es solo la 'pena de banquillo' la violencia que está soportando Sosa. De ser sentenciado, deberá pagar casi medio millón de euros al juez prevaricador. Ni él ni su medio disponen de semejante fortuna. El aviso a navegantes que emitiría nuestra joven democracia sería nefasto.
Y si hablamos de dinero, instituciones y medios, ¿qué mensaje está emitiendo nuestra joven democracia con la lluvia de millones públicos que reciben ciertos medios de comunicación? En palabras de Miguel Ángel Rodríguez, principal asesor del Gobierno popular de la Comunidad de Madrid: «No hace falta comprar un medio de comunicación. Basta con ser su mejor cliente». En efecto, es Madrid la comunidad que más dinero público destina, con diferencia, a regar la prensa conservadora, pero la práctica se contagia: ocho días antes de la convocatoria electoral, el recién reelegido presidente de la Xunta otorgó dos millones de euros a dedo a las cuatro principales cabeceras de derecha de Galicia. Tampoco en la Región nos libramos de estas trapacerías, con un conocido digital de ultraderecha entre los perceptores de contratos de publicidad institucional regional. Mientras las tiradas y los ingresos por publicidad privada se reducen a la mínima expresión, la asfixia financiera debilita la independencia de los medios de comunicación, y la objetividad se resiente. A mencionar también prácticas poco éticas, como el publirreportaje de parte camuflado como información y repleto de falsedades, que se están haciendo habituales en nuestras coordenadas. Y que también están acabando con el periodismo. Tal vez más que los disparates que pone en el grupo de WhatsApp de la familia tu tío José Ramón.
Sin un cuarto poder vivo, objetivo, independiente y diverso, sería conveniente recordar, no hay democracia. Ya puedes celebrar elecciones cada cuatro años o cada cuatro horas: un debate público parcial es causa y consecuencia de un régimen antidemocrático que no respeta las libertades civiles. Desde lo micro: cada euro público destinado a fines propagandísticos enturbia un poco más ese panorama. Y desde lo macro: la persecución del fundador de Wikileaks, Julian Assange, que estos días está viendo su destino bailar al filo de la navaja en un juzgado de Londres. Las enormes presiones diplomáticas y políticas sobre la petición de extradición del periodista a Estados Unidos son la agonía de cierto ideal de periodismo, el que hace que sigamos leyendo y escribiendo en medios de comunicación. Su derrota, a manos de los intereses imperialistas de siempre, la de esas viejas quimeras que unos cuantos nos empeñamos en seguir llamando libertad de expresión y democracia. Hablaremos, pues.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
A prisión el hombre acusado de yihadismo en Burgos
BURGOSconecta
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.