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Espejismos ·
Se suele identificar al argentino con Vox, pero creo que la figura más equiparable en nuestro país es Isabel Díaz AyusoDebe de ser una sociedad secreta, una secta, como mínimo un grupo de WhatsApp: señores con tendencias totalitarias, escaso apego por la verdad y peinados ... descombacantes que se van dando la vez en las portadas, maquinando desde sus mansiones sin acceso a secador ni espejo la dominación mundial y tal vez pedir cita para hacerse las mechas. Muchas risas, sí, pero no se van ni con agua caliente. Me estoy refiriendo por supuesto a Donald Trump, a Boris Johnson y, cómo no, al flamante ganador de las primarias argentinas, el no tan inclasificable Javier Milei. Enredado el primero en cuatro procesos judiciales, amortizado mr. 'Brexit' por su propio partido primero y por sus conciudadanos después (casi 7 de cada 10 británicos se declaran partidarios del reingreso en la Unión Europea según una reciente encuesta), desde el Cono Sur aparece un nuevo (perdón) 'pelítico' radical para que no decaigan ni la fiesta ni los flequillos en la ultraderecha populista global.
Milei, con un discurso anarcocapitalista bien conectado con el inframundo digital de 'cryptobros', 'influencers' y otros apóstoles del neoliberalismo de la señorita Pepis, ha conseguido reunir en su papeleta el voto punki, la impugnación del sistema, el sálvese quien pueda. Nos echamos las manos a la cabeza con las chaladuras que promete: la dolarización de la economía argentina, la supresión de más de la mitad de los ministerios o el fin de la asistencia social, pero a semejanza de su admirado Donald Trump, lo más importante no son las medidas concretas de su programa, sino el tono desaforado de quien irrumpe como la bola de la grúa, para echarlo todo abajo. Como dice el gran Ángel de la Cruz, no merece la pena perder el tiempo demostrando la inviabilidad de cada majadería; sus votantes se ven atraídos hacia él como adolescentes que empiezan a fumar. Para ser rebeldes y molar, básicamente. Frente a eso no sirve de nada demostrar lo nocivo del tabaco. Hay que convencerlos de que no fumar (deporte, etc.) mola más todavía. Hay que levantar una alternativa mejor. Una sociedad mejor. Un futuro.
No es probable que Milei termine por hacerse en octubre con la presidencia del gigante latinoamericano, pero su victoria en la primera vuelta alterará sin duda el discurso en campaña del resto de candidatos. Y me temo que no será para lo de la alternativa mejor al tabaco. Uno de los arietes de la derechización del campo político argentino es el populismo fiscal, la promesa de rebajas radicales de impuestos para «beneficiar al pueblo trabajador» y castigar a los «planistas», perceptores de algún tipo de ayuda estatal. El león, símbolo de La Libertad Avanza, el partido de Milei, inspira a los argentinos ante todo dos cosas. La primera, que no es necesario perder el tiempo con el peine por las mañanas. La segunda, que la ley de la selva es mejor que la de las «élites corruptas» que vienen gobernando el país. Desmontar a zarpazos el Estado, reduciéndolo a sus funciones punitivas, y pelear por la supervivencia en medio de la desintegración social.
Tiene su qué la buena salud del discurso antifiscal y neoliberal en nuestras sociedades. Los padres espirituales del catecismo leonado, y me estoy refiriendo a los Chicago Boys de Milton Friedman, daban por hecho que ningún sistema democrático les entregaría el poder con semejante programa, así que se integraron sin pudor en las juntas militares golpistas que asolaron Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX. En nuestros días vivimos la paradoja de que la ortodoxia académica e institucional se va alejando a marchas forzadas del credo del recorte. Hasta los mismos mercados se ven obligados a reaccionar severamente a los excesos bonificadores de ciertos líderes (acordaos de la lechuga de Liz Truss, la pobretica. Pobretica la lechuga, no la Truss, aunque también), como si el propio mercado le estuviera cogiendo alergia a la ley del mercado. Mientras, aquí y allá surgen figuras políticas capaces de poner a los ñus (o a los ñúes, que de ambas formas puede y debe decirse) a votarle al león mediante un refrito ideológico de tercera mano que mezcla aporofobia, victimismo, xenofobia y antipolítica en un solo indigesto kebab.
Se suele identificar a Milei con Vox, pero creo que la figura más equiparable en nuestro país es Isabel Díaz Ayuso, guardiana de las esencias neoliberales de su partido. Eso sí con un gusto impecable en lo que a peluquería se refiere. Su estilo de oposición frontal al Gobierno de coalición, su discurso políticamente incorrecto y su forma de reapropiarse de la hermosa palabra 'libertad' así lo indican. Para ambos, 'libertad' es todo lo contrario: obediencia a la ley del más fuerte. Que no siempre es el león. Fíjate por ejemplo en un circo.
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