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Con este texto quiero denunciar algo que se anunció el pasado martes, pero voy a arrancar la narración unos días antes, el viernes 16, en ... la gala de entrega de los premios de la cultura Alfonso X. Estuve allí, junto con buena parte de los creadores y creadoras de la Región, disfrutando de la maravillosa actuación de Maestro Espada y el reparto de galardones, y viví una emoción colectiva pero unánime, una muy concreta y que todo el mundo mencionaba: orgullo. De las artes y las letras de la tierra, que viven un esplendor histórico. De ocupar un humilde huequecico en ese panorama lleno de gigantes, desde Isidoro Valcárcel y Juan Manuel Díaz Burgos hasta La Madriguera y Sita Abellán, pasando por Crudo Pimento, Diego Sánchez Aguilar, Eduardo Balanza, Pedro Guirao o Sonia Navarro. No hay mejor bandera en estos momentos, para la Región, que la de su cultura, porque la potencia y visibilidad de nuestra creación sirven como antídoto ante los estereotipos negativos que pesan sobre este picoesquina. Sí, nuestra sociedad sufre el estigma del atraso y un buen número de indicadores nos confinan al vagón de cola de la nación, pero somos mucho más que eso y que nos aspen si nos vamos a rendir, creímos leer, escuchar, sentir entre líneas, aquella noche tan bonica.
Esa esperanzadora sensación de que nuestra cultura podía tirar de nuestra sociedad en dirección opuesta a la sordidez me ha durado exactamente once días, hasta el martes de esta semana. Ese día, el Grupo Orenes, principal empresa de juego de nuestra Región y una de las mayores del país, presentó en su casino una iniciativa cultural, una con un nombre impronunciable aun en caso de que lo quisiera pronunciar, y no. Unos premios para jóvenes artistas visuales y escénicos con exposición de los trabajos galardonados en los espacios de juego y hostelería de la empresa. Solo con eso, ya los niveles de bochorno y sordidez se elevaron bastante. En primer lugar, por el recurso al 'culturewashing' de la organización que más se beneficia de la ola de ludopatía juvenil que asola la Región, récord nacional de casas de apuestas por habitante. En segundo, porque toda la operación más bien parece una forma barata de rellenar programación, tan solo unas semanas después de haber despedido fulminantemente a casi todos sus artistas y técnicos en nómina. En tercero, porque además de precarizar con estos despidos el sector de la cultura regional, las dotaciones a percibir por los ganadores son de miseria, y aún más si nos hacemos una idea de los beneficios fiscales que recibirá la empresa en virtud de la Ley de Mecenazgo autonómica de 2022.
Pero el bochorno no acaba ahí, no. Más bien crece, acelera, se multiplica a partir de ahora. Porque la iniciativa cuenta con la colaboración de diversos organismos de las consejerías de Cultura y Turismo y la de Educación del Gobierno Regional, en concreto el Instituto de las Industrias Culturales y las Artes (ICA), el Centro Párraga, Teatros de la Región, la Escuela Superior de Arte Dramático y Danza y los conservatorios de música y danza. Un alto cargo de Cultura, Manuel Cebrián, director del ICA, rubricó con su discurso en el evento el acuerdo de colaboración entre Grupo Orenes y las consejerías de Carmen Conesa y Victor Javier Marín. Hasta donde sé, es la primera vez que un Gobierno autonómico respalda de esta manera una iniciativa promovida por una empresa del mundo del juego. Tampoco ninguna Consejería de Sanidad ha firmado hasta ahora convenios con ningún fabricante de tabaco. Ni Hacienda con Andorra, supongo que se me entiende ya.
Quedan en el aire muchos interrogantes: cómo se desglosan y de dónde provienen los 100.000 € de presupuesto del certamen, por ejemplo. Qué obtienen exactamente, a cambio de blanquear y legitimar a esta dudosa empresa, los consejeros Conesa y Marín, o el público de la Región, ya que Orenes se queda los contenidos culturales en sus propios establecimientos de juego (y cobra entrada). Y, por qué no, el papel del presidente Miras, joven de su tiempo que pasa más de un sábado acodado a la barra del casino Odiseo.
Y uno más: qué haremos ante esta vergüenza, los creadores y gestores de la Región. Empezaremos por pedirles a los jóvenes artistas que no participen en este certamen, por respeto propio, hacia los compañeros recién despedidos y hacia los miles de jóvenes murcianos afectados por la ludopatía. Tampoco yo, como humilde creador y gestor, participaré en ninguna actividad promovida por estas consejerías hasta que retiren su apoyo al Grupo Orenes. Y te invito también a ti, que estás leyendo estas líneas, a exigirles alto y claro a nuestros mandantes que no hagan juego con la cultura y la educación de todos los murcianos.
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