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Bueno, Murcia. Qué maravilla. El viaje del año, te lo digo de verdad. Y mira que nos movemos, los ministros de la UE, eh. Un ... día en Letonia, al siguiente en Irlanda te pongo por caso, que a veces me despierto y me pregunto ¿pero bueno dónde estoy yo esta mañana? Ja, ja, ja. Es lo que tiene el cargo, que es muy sacrificado pero luego tiene también sus ventajas, como por ejemplo las millas, que después en verano siempre vienen bien. Aunque como te digo una cosa te digo la otra, porque yo cuando cojo vacaciones lo que menos me apetece es subirme a un avión eh. A mi Encarni se lo tengo dicho, a mí déjame tranquilo que yo lo que necesito es cámping y chanclas, ja, ja, ja. Claro ella lo que quiere es ver mundo, pero como yo le digo Encarni hija mía si visto un sitio vistos todos. La teja más negra o más roja en unos se dice Pulisía en otros Polizei, pero no hay ninguno en el que no cuezan habas. ¿Ninguno? Bueno, ya me pones en duda, María de la Encarnación, porque con todo lo que yo viajo que tengo el pasaporte gastado hete ahí que esta semana he conocido un lugar verdaderamente especial. Efectivamente, Murcia. Tiene un encanto, una vida, un yenesecuá. Vas por la calle y ni un papel por el suelo. Las aceras limpias como para comer en ellas. Ni un mendigo, ni un gorrilla, ni una conflictividad. El alcalde, un señor, y los vecinos entregaditos, tirándonos pétalos y currículums vitae desde las ventanas, invitándonos a paparajotes, un primor.
Ya nos habían avisado de que hay mucha miseria y que los lugareños no tienen ni puertas en sus casas, los pobres. Pero hay que ver qué felices viven, las criaturas en cueros corriendo detrás de los coches oficiales, pidiendo mendrugos de pan con una sonrisa en la boca, bailando jotas, cantándonos una muy bonita que habían compuesto para nosotros y que decía no sé qué de «os recibimos con alegría», no entendí más. Las fuerzas de seguridad van a caballo pero con eso se bastan. No pasamos miedo en ningún momento. Desde el principio nos dejaron claro por qué barrios podíamos andar y por qué barrios no y, si te quedabas por las zonas buenas, ibas tranquilo por la calle como en cualquier ciudad europea normal.
El equipo de gobierno, que es una gente dentro de lo que cabe muy preparada y competente, pasó un mal trago a la hora de confesarnos un pecadillo que habían cometido. Se habían gastado unos fondos europeos en un Plan de Movilidad con el que potenciar el transporte público y reducir la contaminación, pero luego pensaron que mejor no, y ahí tenían las obras, pendientes de nuestra visita. Ja, ja, ja, qué apuradillos estaban. Señor ministro por aquí, señor ministro por allá. Una marinera. Un trozo de pulpo. Un pastelico de carne. Un paparajote. Nada, hombre, nada. Hablando se entiende la gente. Así nos enteramos de sus últimos descubrimientos en el tema este de la contaminación y el cambio climático. Y es que en Europa pecamos de estrictos con el tema del aire. Ahí todo el rato midiendo partículas como si fueran las tablas de la ley. Y lo que se aprende viajando: parece que lo más importante no es eso, sino la ventilación. Como nos demostró un concejal muy espabilado que tienen trabajando allí, si la avenida es ancha el humo del coche se disipa, vuela libre, desaparece. Lo ponía en un Power Point que nos enseñó. A esto lo llaman 'felicidad atmosférica'. Luego hubo una degustación de la cerveza local que eso era gloria bendita, en unos vasos pequeños que les dicen 'cañas', porque hay que tomarla bien fría.
Me encontré a mí mismo en Murcia. Allí conectas con la Madre Tierra. Te das cuenta de qué es lo importante. Toda la vida preocupado con mil tonterías, pasando ansiedad, con los plazos encima y los presupuestos y las votaciones y no sé qué más. Los europeos nos creemos más listos, pero ellos nos dan mil vueltas. En Murcia sí que saben vivir. Incluso con el aire más contaminado de España y la peor red de transporte público. Incluso sufriendo las peores consecuencias del cambio climático, la sequía, las noches tórridas, las islas urbanas de calor. Incluso con las dificultades respiratorias de sus churumbeles y sus mayores. Ellos te miran sonriendo y te contagian su felicidad. Y donde esté la felicidad atmosférica, ¿qué es un fondo NextGen o Feder? Sí, hombre, sí, llénalo todo de coches si quieres, y sobre todo despiértate ya, don José Francisco Ballesta Parera, que este sueño tuyo ya está durando mucho y yo tengo que tomar un avión.
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