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Eso de 'cabalgar el tigre' es una idea del intelectual fascista italiano Julius Evola, que la tomó a su vez de la sabiduría zen. Por ... lo que sea, se usa mucho en politología contemporánea. Ya sabéis a qué me refiero: al gusto de nuestros mandantes por auparse en olas colectivas de rabia, captando voto irracional con una mano mientras con la otra tratan de mantenerse a lomos de la fiera.
Ejemplos hay demasiados. Trump prometiendo la construcción de un muro de 3.152 kilómetros de largo entre su país y México. Nacionalistas británicos agitando el 'Brexit' como si de ganar la lotería se tratase. DUI de Cataluña. Etcétera. Eso por el lado macro. También hay microtigres. El asalto al Pleno del Ayuntamiento de Lorca del año pasado fue causado por uno de ellos, y todo indica que las derechas lorquinas se auparon a él. El asunto se repite estos días en Castilla y León y es el Gobierno autonómico de esa región (de coalición PP-Vox) el que hacía de jinete, prometiendo en falso la relajación de los controles sanitarios de la ganadería.
Cabalgar el tigre suena más difícil de lo que es. Un cursillo CCC, unos vídeos de Steve Bannon y te dan el carnet. La complicación viene después, cuando ya has conseguido lo que querías y entre los dientes de tu felino chorrea la sangre de tus adversarios políticos. El bicho quiere más, siempre más cadáveres frescos. Y tú tienes que sentarlo en una terraza y enseñarle a dar la patita. Si lo hace bien, unas fantas.
A José Ballesta, inminente alcalde de la capital del Segura, el tigre le sigue pidiendo sangre, y, si necesitáis croquis, donde dice tigre dice Cierran mi barrio, donde dice sangre dice derogar el Plan de Movilidad y donde el alcalde dijo digo ahora hay quien entiende Diego. El fino arte de conseguir que la bestia rayada se acabe la fanta no lo enseñan en el cursillo de CCC, pero si alguien puede es sin duda don José Francisco y sus muchos lustros de oficio político en el seno del Partido Popular. Cuenta para ello con una lugarteniente de lujo, la concejal Pérez, eterna aspirante al Goya por su papel de poli malo. El que se le presenta es más bien papelón: fue ella quien criticaba en su día al alcalde Serrano haber copiado el Plan de Movilidad diseñado por el PP, para pasarse, al iniciarse las protestas, al bando cochista. La recordamos rodeada de algunos parientes tras una pancarta chanante que rezaba algo así como 'Movilidad sí pero sin cerrar calles, suprimir carriles ni reducir aparcamientos'. Lo que viene siendo el Plan de Movilidad de mi tío el de Graná. Pero permanezcan en sintonía, puede que pronto doña Rebeca diga lo contrario otra vez.
Se le presentan por tanto a los populares tres opciones: la primera (tigre) sería cumplir con sus promesas electorales, derogando el Plan, reabriendo el Puente Viejo, comprándose una tuneladora por Wallapop para llenar Murcia de aparcamientos subterráneos y doblando el IBI para devolver los fondos europeos (más la multa). La segunda (lince) sería alargar los tiempos, solicitar no sé qué moratoria a Bruselas, cambiar alguna calle de sentido o alguna parada de lugar y esperar a la muerte por aburrimiento de los felinos. La tercera (pantera rosa) vendría a ser ponerles unos LED a los carriles bici e inaugurar todo como si lo hubiera construido él. En la porra que tenemos montada en el barrio va ganando la pantera rosa. Incluso alguna vecina prevé que habrá foto de portada con alcalde pedaleando, ya veremos al final.
Qué duda cabe que la actitud de los tigres determinará en parte el rumbo a seguir. El arte de la equitación tigresca consiste en seguir aupado al animal hasta que este se canse; bajarse antes de tiempo implica riesgo de zarpazo. Mejor que se canse pronto, o la financiación que podría dedicarse a traer el tranvía al Sur corre el riesgo de acabar malgastada en infraestructura cochista. No me puedo imaginar las quijotadas que habría organizado el señor Gestoso de haber tenido voto suficiente como para condicionar el próximo gobierno municipal. O sea que sí, que me alegro de que el señor Jover, portavoz de Cierran mi barrio, haya declarado la plataforma «amortizada» esta semana en medios. Los tigres mejores son los fantívoros. Y me parece bien que el alcalde Ballesta se libere de semejante servidumbre de cara a su nueva etapa al frente del Ayuntamiento. Pero cómo evitar, tras tanto rugido negacionista en campaña, esta sensación de haber asistido a un teatrillo de marionetas, o un espectáculo de sombras chinescas donde los tigres eran de papel. ¿Le traigo algo, al gato? Sí, él tomará otra fanta. Adivinad quién las va a pagar, esta vez.
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