El extraño caso del Dr. Ballesta y Mr. Hyde
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Hace un par de domingos os conté por aquí que en el barrio teníamos una porra. La porra de la movilidad murciana. Intentábamos adivinar qué ... haría el (no tan) nuevo alcalde con las obras en marcha. En las plazas, los bares y los pipicanes no se hablaba de otra cosa. Vecinos de uno y otro signo político estábamos casi seguros de que, al final, el plan seguiría adelante en lo fundamental. Creíamos que las promesas cochistas de campaña del señor re-regidor se irían diluyendo tras su mayoría absoluta, que al librarse de Gestoso (tanta paz lleve, etc) se podría dedicar a otras cosas. Nos hemos quedado con el culo 'torcío', claro. El venerable doctor Ballesta, a quien vimos en bata examinando a sus alumnos de Químicas el día antes de las elecciones, se ha convertido de la noche a la mañana en un Mr. Hyde de la humoadicción, un tunelador desaforado que amenaza con llenar la ciudad de parkings subterráneos, un Lobezno incontrolable capaz de arrancar carriles bus a dentelladas mientras se fuma un puro.
Ballesta no había sido -en su legislatura y media anterior- un alcalde especialmente cochista. Con la peatonalización de Alfonso X, el Murcia Río, el MuyBici, la ampliación de carriles bici y el plan de movilidad, encaró a su manera el anacrónico modelo de ciudad humeante que heredó de Cámara. Parecía preocuparle sinceramente tener el peor transporte público del país en la segunda ciudad con mayor índice de motorización y una de las de peor calidad del aire. La concejal Pérez se quejaba amargamente, tras pasar a la oposición en 2021, de que el actual plan era «un plagio indisimulado» del suyo. A pesar de las promesas de derogación inmediata proferidas en campaña, tras su aplastante victoria del 28-M el doctor Ballesta estuvo emitiendo moderación y prudencia con respecto a las obras en marcha: solicitud de moratoria al Gobierno central, convocatoria de un comité de expertos en movilidad para sopesar modificaciones, cálculo de fondos a devolver a Europa en su caso, etcétera. Alguno de mis vecinos ya se veía ganador de la porra. Craso error.
En esto llega el martes y la esperada reunión con el alicaído colectivo Cierran mi Barrio, ya amortizado y reconvertido en asociación vecinal. Entra el doctor Ballesta y sale Mr. Hyde. Apertura en dos semanas del Puente Viejo al tráfico privado, medida que afecta a toda la circulación del plan y del barrio e inutiliza en parte las inversiones ya ejecutadas. Ni moratoria, ni comité de expertos, ni proceso participativo ni prudencia presupuestaria que valgan. Que si quieres café, Mr Hyde.
El derrape arrambla también con la verosimilitud de las declaraciones de Glorieta, que ahora emite datos imaginarios sin respaldar, como lo de abrir el puente a los coches para facilitar el paso del tranvía (¿ein?), o ese 5% de emisiones que la recuperación del tráfico rodado va a reducir. No sé si es el mejor momento, justo cuando empiezas a plantear inversiones millonarias en parkings subterráneos aquí y allá y tienes que explicar por qué no lo gastas en el tranvía, para derrapar. Pero qué sabré yo. También perdí la porra.
¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué ha transformado, en apenas dos años, al afable gestor en paladín de la involución? La respuesta hay que buscarla en un desplazamiento ideológico que no solo afecta a Murcia, sino al conjunto del país. Desde la pandemia, y pese a lo que pueda parecer a la vista de sus desencuentros guionizados en período electoral, PP y Vox vienen afinando una simbiosis política que les ha proporcionado el poder en coalición en cientos de ayuntamientos y unas cuantas comunidades autónomas, a la espera del gran premio final, que es La Moncloa. En virtud de ese pacto no escrito, Vox asume el programa económico del PP, recortes y privatizaciones de servicios públicos y bajadas de impuestos incluidos, y los populares hacen suyas las guerras culturales de la ultraderecha.
Es según ese esquema como suelen repartir las competencias. Pero también allí donde disfrutan de mayorías absolutas encontramos a un Partido Popular que ya no presume de libertades civiles y políticas 'ecofriendly', sino que desliza que la violencia de género se debe a divorcios duros, los derechos de las minorías son 'ingeniería social' y los 'ecolojetas' traen el caos.
El jueves estuve, junto a unos mil vecinos y vecinas, en el Puente Viejo defendiendo mi barrio y mi ciudad de estos arranques marcha atrás del nuevo Mr. Ballesta. Imposible no acordarnos de aquella lucha por el soterramiento que acabamos ganándole. Menos humos, señor alcalde. Qué diría el doctor Ballesta de esto en que se está usted convirtiendo. Qué legado dejará en una ciudad que se va modernizando a pesar suyo. Vuelva a ponerse la bata. Recapacite una miaja. Murcia se lo agradecerá.
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