El Espejo bueno
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Prefiero pensar que mi tío, mi gigante, mi apoyatura, mi modelo está esperándome en su casica del Campo de Molina, regando los pinosLa persona menos pija de España se llama Cayetano. Cayetano Espejo Balanza, claro. Mi tío. Puede que hayáis oído que se ha muerto esta semana. ... No os creáis nada. La desinformación y las 'fake news' nos inundan y es responsabilidad de los periodistas luchar contra esa lacra. La persona menos pija de España se sigue llamando Cayetano Espejo, y cuando pienso en él me gusta recordarlo de joven, a la cabeza del comité de empresa de Valeo Murcia, con aquellas pintas de sindicalista vieja escuela (camisa blanca de manga corta, bastantes botones desabrochados, el paquete de Ducados en el bolsillo) y con el sustento de cientos de familias en el corazón. Es la imagen que lo hizo célebre en los 90, cuando el cierre de la planta de El Ranero. Yo era un chavalillo que empezaba a politizarse y mi tío un gigante, un ejemplo, un honor. A ver si encuentro un momento para decírselo, que estas cosas siempre dan gusto aunque hayan pasado treinta años.
Se dice, se comenta que Cayetano Espejo se ha muerto esta semana y yo ya no sé qué hacer para combatir los bulos. Me tienen harto, te lo digo de verdad. Insisten en que a Cayetano (la persona menos pija de etcétera) se lo ha llevado un cáncer, uno especialmente dañino, que llaman Cáncer de las Buenas Personas y que se extiende por los órganos de la gente que rodea al enfermo, afectando sobre todo al corazón. Es increíble el tiempo que te hacen perder con estas tonterías. Lo mejor es no hacer caso. A mi tío me gusta también recordarlo después de la batalla de Valeo, cuando abrió su videoclub, y luego su tintorería. Cuando empezó a tener nietos y cualquiera diría bueno Cayetano ya ha llegado el momento de que empieces a pensar más en ti mismo y menos en los demás, y él se reía por toda respuesta y se iba implicando en un colectivo tras otro, desde la Asociación de Tintoreros hasta la ermita de su vecindario, pasando por la AA.VV. de El Romeral de Molina de Segura, un poblado del que cabe preguntarse si se habría podido urbanizar algún día sin el empuje infinito del Espejo bueno; Cayetano, claro está.
Me surge la duda de si no será verdad que Cayetano Espejo se ha muerto esta semana, pero me da la risa floja ante semejante absurdidad. A quienes hemos vivido a su vera nos gusta recordarlo en su inmensa generosidad, pero sabemos que él jamás se habría descrito así. Simplemente se sabía parte de esa gente humilde y trabajadora que se necesita entre sí, el exacto contrario de la pija. Y también sabía (y lo sabía no solo con la cabeza o con el lenguaje, lo sabía a fuego, lo sabía con la respiración, si esto que digo tiene algún sentido) que en la vida hay que poner, hay que querer, hay que cuidar, hay que comprometerse, hay que actuar. Me crié alrededor de sus hijas, mis primas (en mi cabeza las llamo hermanas). Vengo de una familia monomarental y cuando de adolescente empecé a hacerme preguntas sobre qué significa ser un hombre adulto, ser padre etcétera ahí estaba él para servirme de modelo. De verdad que se lo tengo que decir un día, que no se me pase. Tengo todo el tiempo del mundo pero va, la próxima vez que vaya a verlo se lo suelto, ya en serio.
Igual sí es verdad, que Cayetano Espejo (la persona menos pija bla bla blá) se ha muerto esta semana, que un hueco del tamaño del universo se ha abierto en mitad de la vida de su familia y sus amigos. A lo mejor sí es cierto que el martes hubo un funeral multitudinario en su parroquia, en Molina de Segura, y sobre su tumba no cabía tanta corona y lloró hasta el apuntador. Probablemente yo estuve allí con mi camisa negra y abracé a mi hijo mientras se llevaban el féretro y aún así no pude quitarme la cara de 'pero qué estamos haciendo aquí'. Pero sigo poniendo en duda esa hipótesis tan extravagante. Prefiero pensar que mi tío, mi gigante, mi apoyatura, mi modelo está esperándome en su casica del Campo de Molina, regando los pinos, pegado a la Brigi y rodeado de nietos.
A Cayetano Espejo, la persona menos ya tú sabes, le dicen bueno. Muerden, mordemos, esa /b/ con los dos labios, como si la palabra se usase demasiado pero en este caso quisiéramos decirla de verdad. «Se ha ido un hombre bueno» ha sido la frase más repetida en todo esta extraña ceremonia de su muerte (cosa que aún está por comprobar). Que quienes vivieron contigo usen así esa palabra tras tu marcha. No sé si es posible aspirar a nada más.
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