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Si quitamos las derogaciones, el programa de Feijóo es un refrito neoliberal de medio pelo entre la 'mochila austriaca' y la 'racionalización fiscal'A pesar de su envidiable disciplina, desde las filas del Partido Popular se empiezan a arquear algunas cejas con respecto a su propio líder, el ... candidato Feijóo. Habría sido mejor, argumentan, haber llevado las negociaciones municipales y autonómicas con Vox según un calendario unificado. Más que nada para evitar lo que en efecto está ocurriendo: que empezamos a leer noticias de pactos en Valencia la misma semana del 29 de mayo y en julio, en plena campaña, el culebrón sigue en todo lo alto. Habría sido mejor también -confiesan con la tercera cerveza- un criterio único, una postura común del partido que impidiese por ejemplo ceder la policía, el urbanismo, el medio ambiente y la movilidad a los ultras en ayuntamientos como Molina de Segura mientras en Valladolid se entregan cultura y consumo. No se podía saber, añaden con bien de sarcasmo, que dejar las actividades culturales de decenas de consistorios en manos de Vox iba a inundar las semanas preelectorales de noticias de censura: desde el 'Orlando' de Virginia Woolf hasta 'La villana de Getafe', de Lope de Vega, pasando por la película 'Lightyear', de Disney, y un largo etcétera.
La reacción del mundo de la cultura no se ha hecho esperar. Bajo el lema #StopCensura corren como la pólvora manifiestos, posicionamientos y firmas, y hasta el inefable Borja Sémper, ese portavoz del Partido Popular que se autodefine como «liberal de verdad», ha corrido a sumarse a la campaña. «Comprometidos con la libertad artística», ha declarado en un comunicado a medio camino entre el cinismo y la patología. En efecto, ya no hay forma de parar la ola anticensora y los populares han elegido el lado malo de ese debate, como eligieron mal al pactar con Vox políticas contra los colectivos LGTB en pleno Orgullo. Y cuando hablo de 'lado malo' no me refiero a juicios morales, sino a que la sociedad española es, gracias a décadas de activismo arcoíris, una de las más tolerantes del mundo con su propia diversidad sexual y de género. Y abrumadoramente contraria a prácticas liberticidas como las que están llevando a cabo muchos ayuntamientos bajo reciente control PP-Vox. Ver nada menos que a Belén Esteban retirar públicamente su apoyo a las derechas a cuenta de los últimos episodios de cancelación artística ha debido de encender alguna alarma más en un Partido Popular que no gana para ídem.
Lo que parecía difícil tras el 28-M, movilizar a las izquierdas lo suficiente como para darles opciones de revalidar el Gobierno de coalición, lo ha conseguido Feijóo en apenas cuarenta días de zozobra, dejar hacer, reaccionar a lo loco y colocar a Vox y sus chaladuras hasta en la sopa. Un día obliga a su líder extremeña a pactar con la extrema derecha y el siguiente a López Miras a todo lo contrario, con el inevitable efecto de que sus trapicheos con los de Abascal ocupen el foco electoral. Que un presidente autonómico como Miras, que llegó a poner hasta cinco consejerías en manos de tránsfugas sin partido con tal de ganar la moción de censura del 21, se vea obligado a escenificar la firmeza de no sé qué principios perdiendo el primer intento de investidura es algo difícil de tragar hasta para sus propios correligionarios. Que Feijóo alargue el culebrón hasta el mismo lunes 10, ya en plena campaña y coincidiendo con su cara a cara con Sánchez, le ha cortado la digestión ya a más de un dircom.
El Feijóo de los volantazos no solo hace derrapar su comunicación: el discurso conservador ve agrietarse su coherencia en asuntos clave como la reforma laboral, que ahora el PP pasa a abrazar tras llevar la votación que perdieron en su día por la mínima hasta el Constitucional. La «derogación del 'sanchismo'» va por días. Lo que sí iría fuera en caso de que don Alberto forme Gobierno sería el tope al gas, la Ley Trans y la de Memoria Histórica. Con la subida del SMI no se sabe qué pasará.
-¿La derogará también, señor Feijóo?
-¿A ti qué te gustaría?
El problema de fondo va más allá de zozobrar con el calendario de pactos o tener criterios laxos para la coalición con Vox, torcerle el brazo a tus barones o dejártelo torcer por la prensa de Madrid. Es más profundo que esa indefinición del 'antisanchismo' que valía hasta ahora para rotos y descosidos pero ha caducado, en el momento más inoportuno, como eje del debate. El problema es el vacío de debajo. Si quitamos las derogaciones, el programa de Feijóo es un refrito neoliberal de medio pelo entre la 'mochila austriaca' y la 'racionalización fiscal'. Tan ilusionante como una reposición de Colombo. Y lo peor: que el vacío, en política, lo suelen llenar indeseables. Desokupa a La Moncloa, hemos leído por ahí, estos días.
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