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¡Ha vuelto Ballesta! Tras unos meses de escasa visibilidad, hemos visto nuevamente al alcalde en su salsa. Tenía buena cara el hombre, el viernes ... de la semana pasada, cuando le pusieron delante un vistoso botón rojo con el que inaugurar el alumbrado navideño de la ciudad (bueno, el del centro). Para más inri venía de participar por la mañana en el foro 'El soterramiento, casos de éxito', organizado por el Ayuntamiento de Valladolid. Qué maravilla. Apuntarte el tanto de un soterramiento que combatiste por todos los medios, ante una audiencia colegui que ni se acuerda ni le importa. Son cosas que endulzan el carácter. Y luego si te ponen –todos somos contingentes, pero tú eres necesario– un estrado y un interruptor para encender muchas, muchísimas lucecicas de golpe, y un micrófono para decir frases elevadas de escaso contenido semántico, pues ya tienes el viernes echao. Lo has petado, señor alcalde. Has crecido un palmo, José Francisco.
Pero, ¿de verdad lo ha petado tanto? A ver. Sí y no. Solo unos días antes se habían presentado las conclusiones de esa investigación interna ordenada por el Ayuntamiento de Murcia sobre las irregularidades que permitían la actividad de Teatre y Fonda, y el argumento fundamental del equipo de Ballesta (que la actividad se permitía en virtud de una ley autonómica de 2009) ha recibido un sonoro mentís por parte de la Comunidad Autónoma en menos de 48 horas. Que desde Glorieta se podía haber cerrado los locales perfectamente, aseguran desde Medio Ambiente. 'Caiga quien caiga' es por lo visto un programa de humor que echaban antes en Telecinco, y aún va a pasar un tiempo de aquí a que al alcalde lo inviten a un foro colegui llamado 'Clausuras de discotecas, casos de éxito'.
Conociendo un poco a Ballesta, que lo aspen antes de decir palabra o mover ficha sobre el asunto, aparte de acusar de oportunismo a los familiares de las víctimas. Él es más de tragar sapos (a veces enormes, como el del vacunador precoz Felipe Coello) que de apartar a quien le sale rana, así que Navarro Corchón –que suma a su inacción en el caso de las discotecas su hiperacción en Joven Futura, con intereses familiares incluidos– va a pasar una larga temporada en el esófago de su regidor.
A ese silencio tan cutre de quien espera a que escampe sobre el asunto de las discotecas se une el que envuelve todo lo relativo a la movilidad urbana. Uno se imagina la toma de decisiones al respecto, reuniones con el núcleo duro de sus concejales y una tensión que se puede cortar con un machete. Un tira y afloja con variables apenas imaginables para el común de los mortales. Indecisiones, contradicciones, improvisaciones, falomaquias. Ahora Dentes Resi. Ahora me pintas la flechita. Ahora me la borras. Ahora me paras las obras tres meses. Comunicación y participación cero coma cero, pasitos palante y pasitos patrás que nos han traído estos meses a los murcianos y murcianas un nuevo pasatiempo chanante: tratar de adivinar, por las isletas, semáforos y líneas recién pintadas, qué diablos estaba ejecutando su Ayuntamiento en su propia calle. A los obreros, eso sí, los tenemos fritos a preguntas.
Con tal opacidad es seguramente inevitable que surjan todo tipo de teorías, una de las más interesantes de las cuales podría ser la que sugiere que el equipo de Ballesta ha retrasado deliberadamente hasta ahora mismo la finalización de unas obras que podrían haber acabado en agosto, y que el caos circulatorio de estos días no responde a otra motivación que la de ayudar a los colectivos atrasistas que apoyaron al alcalde en las pasadas elecciones a tragar gradualmente el sapo del plan de movilidad.
Ya ejecutadas las obras previstas en un 95%, queda el Alcázar cochista del Puente Viejo, que esta semana ha sido reabierto al tráfico privado tras unas semanas de pasatiempo y su correspondiente pintado / borrado / repintado de flechicas blancas. Sí, es un símbolo, cómo no. El último reducto del ímpetu derogador del señor Ballesta en cuestiones de movilidad, la única medalla al valor que le queda por empeñar. Pero surge la pregunta de si nos renta, a sus vecinos, pagársela. Para empezar porque pone en peligro a ciclistas, ralentiza los autobuses, atasca la calle Proclamación y empeora el tráfico en el Barrio. Para continuar porque conlleva sanción y devolución de los fondos europeos ya gastados. Y, por último pero no por ello con menos importancia, porque el enésimo cambio de planes de un día para otro degrada la gobernanza local, y aleja a la ciudadanía de una clase dirigente caprichosa y opaca absorbida por la gestión de sus fallidas promesas de campaña.
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