Alguno de los nuestros

Comentando la jugada este fin de semana con mi gente, vi levantarse alguna ceja. Vaya con Ballesta, con lo centrado y feminista que parecía. Siempre que pasa esto me pregunto qué sería de la imagen pública de nuestro alcalde de no tener a su servicio a su excelente dircom y a su ejército de periodistas. De una larguísima trayectoria empalmando un cargo público tras otro han conseguido crearle una imagen de independencia y verso suelto que los hechos no respaldan, pero que precede y acompaña al señor Ballesta allá donde va. De ahí que el convenio entre el Ayuntamiento de Murcia y Red Madre nos sorprenda, mientras si lo hubiese firmado la Consejería de nuestro Gobierno Vox-PP lo veríamos más natural. ¿Nos sorprende? No a todos. De los largos años de mandato de don José Francisco (la primera temporada y la segunda) ya vamos sabiendo una cosa: Ballesta no olvida a los suyos, pero ese grupo es más pequeño que el de quienes creen pertenecer a él, así que ojito.

Este miércoles se celebró en la Catedral la misa por las víctimas de las discotecas de Atalayas. Entre la nutrida presencia institucional (ministra portavoz y líder de la oposición incluidos) no destacaba la de Antonio Navarro Corchón en el banco de los concejales del PP. Tras apartar (signifique esto lo que signifique) a dos funcionarios municipales anónimos de sus funciones, hubo quien albergó la esperanza de que Ballesta cesase al responsable de la inspección que nunca pasaron los locales incendiados, sobre todo tras entonar su famoso «caiga quien caiga» entre el humo de Teatre aquel fatídico domingo. A quienes ya pintamos canas no nos cupieron grandes dosis de esperanza. Tal vez porque recordamos la resistencia -contra toda lógica- de nuestro alcalde a cesar a aquel inefable Roque Ortiz, su concejal de Fomento, a quien grabaron en una reunión interna del PP instando a sus compañeros a recordarles a los empleados de las concesionarias del Ayuntamiento de Murcia quién les había conseguido sus puestos de trabajo. Aun con su imagen y la de don Roque abriendo informativos nacionales, Ballesta mantuvo a Ortiz durante semanas. Imaginamos el ataque de ansiedad de su excelente dircom por aquellos días. También imaginamos la llamada de Moncloa que puso fin a tanta heroicidad.

Otra prueba de la fidelidad y resistencia de Ballesta tuvo lugar en plena pandemia, con la vacunación irregular de su concejal Felipe Coello. Bajo aquella tormenta de descrédito, Ballesta alargó la agonía (y el bochorno) durante un mes y medio. Además no le exigió a Coello su acta, sino meramente sus competencias (que debieron repartirse sus compañeros). Recordemos que fue esa historia la que motivó, al menos formalmente, la moción de censura que desalojó a todo el equipo de la Glorieta.

Es difícil ver en esa resistencia a dejar caer a 'uno de los nuestros' ninguna ventaja para los vecinos y vecinas, que periódicamente nos vemos sometidos a una dosis extra de lache política. Pero imagino que estar dentro de la lista de protegidos de una persona con tanto poder local tiene que dar gustito. Mucho cuidado sin embargo con instalarse en esa lista para quedarse a vivir. Muy probablemente los figuras del colectivo cochista Cierran mi barrio se consideraron empadronados, y con esa energía de los elegidos se dedicaron a hacer campaña por Ballesta ante las elecciones del pasado mayo. Y promesas recibieron: derogación total del Plan de Movilidad, reapertura de las vías al tráfico privado, promoción interna, etc. Esta semana les han comunicado (en reunión a puerta cerrada como de costumbre, eso sí) la factura de la Fanta: el Plan se llevará a cabo en su práctica totalidad según el diseño de la concejal anterior, Carmen Fructuoso. Ánimo, vecinos. El tiempo todo cura.