'La puta i la Ramoneta'
Las cuatro esquinas ·
Los separatistas catalanes han encontrado en Pedro Sánchez a un auténtico maestro de la ambigüedad, el doble juego y el engaño cómpliceSecciones
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Las cuatro esquinas ·
Los separatistas catalanes han encontrado en Pedro Sánchez a un auténtico maestro de la ambigüedad, el doble juego y el engaño cómpliceDicho. «Lo que no habéis entendido en el resto de España es que Puigdemont, Rufián, Aragonés, Junqueras y compañía son unos artistas en jugar a la 'puta i la ramoneta'. Necesitaban encontrar a alguien que supiera jugar a ese juego y han encontrado en Pedro ... Sánchez a un auténtico maestro». Me lo dijeron anoche, ya te digo, las lenguas de doble filo. Un viejo colega catalán, amiguete de confidencias, al que suelo acudir cuando el caletre se me calienta y a las musas les ha dado por abandonarme. Catalanista empedernido y español convencido, mi confidente entiende su propia dualidad. También le vale. «Fer la puta i la Ramoneta», oye. Qué ocurrente y que curioso el jodío a la hora de analizar lo que está ocurriendo con el 'procés'. Me cuenta que la expresión es tan común que hasta el mismísimo Marc Márquez la utilizó en el podio tras una de sus victorias. Putas y Ramonetas, por lo que se cuenta, pertenecen a una jerga muy particular. Y conforman un viejo y popular dicho catalán con la pretensión de poner en valor el doble juego, la ambigüedad, el engaño, el despiste y el disimulo. La apariencia virtuosa y la actitud pecaminosa a la vez. Y en el contexto político, te lo digo para que lo sepas, va a ser difícil encontrar un mejor reflejo de lo que ocurre en este país de amnistías, condonaciones, repartos, supervisores extranjeros, audiencias oscuras en Suiza, tsunamis no democratics, cedeerres y demás correlindes/robaperas de la actualidad.
Dualidad. Hoy reniego de la amnistía, pero mañana la proclamo. Ayer dije que no cabe en la Constitución, pero hoy no me importa mantener lo contrario. Ayer la sedición era un delito, hoy es un borrón. Ayer la malversación suponía condena, cárcel, destierro y dimisión; hoy es un sapo que Europa no puede ni debe digerir. Ayer dábamos vida a Montesquieu; hoy lo enterramos. Este requiebro táctico, esta dualidad tan visible y evidente, Vázquez Montalbán la dibujó con su singular estilo. «Puta de noche y Ramoneta de día». Quim Monzó hace años que acompañó el referido refrán de promiscuas y ramonas al proceder político del independentismo, a la manera de gobernarse en política ( y en los despachos) del clan convergente de los Pujol, Artur Mas y compañía, antecesores de Junts. Es decir, precursores de este delincuente prófugo, todavía, Carles Puigdemont, que nos gobierna desde Waterloo, donde Napoleón perdió el tricornio, mientras le dicta la agenda a Sánchez. «Unos tíos que siempre tienen el pie en dos zapatos». Y tanto. Uno en Pinto y otro en Valdemoro.
Sánchez. En la treta política de tirar la piedra y esconder la mano, hay que valorar a Sánchez. Es un superviviente que luce de día y retoza de noche. Un cadáver en mayo que resurge en julio y revalida en octubre su estancia en La Moncloa, que al fin y a la postre es lo único que le importa. Aunque de por medio haya que jugar a putas y ramonetas, meretrices y doncellas, damas y busconas. Aunque haya que tragarse mil sapos. Aunque haya que decir mil diegos donde antes se dijeron mil digos. No importa. Lo que cuenta es salirse con la suya. Y además hacerlo con un instinto político extraordinario. Y unas tragaderas enormes por delante. Ojito que, como dice Pérez Reverte, nos ha tomado el pulso. Sabe que el español olvida fácil, peligro en La Moncloa. «Es un valiente sin escrúpulos capaz de vender a su madre, aunque en realidad a la que haya vendido sea a la nuestra», argumenta el escribidor cartagenero. Con este panorama y con este personaje al frente de un Gobierno con apoyos quebradizos y con Podemos restando a Sumar, lo que nos espera es una legislatura frágil, dubitativa, insegura, posiblemente precaria y en manos de la ultraderecha más supremacista y separatista. No querías caldo de Vox, toma tres tazas.
Murcia. Y a todo esto, te preguntarás: ¿y los murcianos, aquí qué pintamos? Intrascendentes, jodidos y acostumbrados. Para variar. Intrascendentes porque influimos poco y nos miran de lejos. Con Sánchez, ni un ministro o ministra para echarnos a la boca. Otra vez más. La secretaria de Estado, María González Veracruz, continúa gracias a su probada eficacia, faltaría más. Y todavía confiando en que Pedro Saura siga al frente de Paradores Nacionales, con más sueldo que responsabilidades políticas. Claro que no creas tú que con Feijóo nos va mejor. En el 'gobierno paralelo' que ha montado el gallego en la calle Génova, ni un solo guiño para Murcia en primera fila. Feijóo no mira a Miras. Ni siquiera de reojo. Con Teo García, ya lo predije, se acabó lo que se daba.
Así que sin influencia ni trascendencia, seguimos anulados, esquinados y olvidados. Soportando desigualdades, esperando infraestructuras que no llegan, olvidando las promesas incumplidas de la sectaria Teresa Ribera en el Mar Menor, infrafinanciados y superados hasta por los vecinos más cercanos en el mercado turístico. Te lo resumo con aquella frase del humorista argentino Fontanarrosa. Jodidos, pero acostumbrados.
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