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Audiencia. A los cinco años, palmo arriba, palmo abajo, y una veintena de peticiones sin atender, parieron los montes. Falta saber si será un conejillo. El 4 de octubre lo sabremos. El día que los Pacos celebran al santo de Asís, aquel que renunció ... a sus riquezas para repartirlas entre los pobres, López Miras, por fin, cruzará el umbral de La Moncloa para hablarle a Su Sanchidad de las miserias que padecemos aquellos que vivimos, jodidos pero acostumbrados, en la «mejor tierra del mundo». Aunque hablarán, no lo dudo, de aves, trasvases, sequías, presión migratoria y Mar Menor, a ti no se te oculta, como a mí, que el trasfondo de la audiencia es la actualidad nacional. La financiación autonómica y el 'pufo' catalán obligan al estratega Sánchez a pasar revista a los presidentes peperos para intentar que se retraten. El divide y vencerás, ya te digo. Por eso Feijóo, siguiendo el buen criterio de Ayuso, ha prohibido a Miras una negociación bilateral. Como a los demás. De esos temas se habla en la conferencia de presidentes, cita a la que Sánchez se resiste con la convicción de aquel que ha tenido que comprar su sillón y el de Illa a cambio de miles, miles y miles de millones de euros que pagamos los demás. Cupo catalán por allí. Capados el resto por aquí. Seguro que me entiendes. ¿Qué hay de lo mío, Sanchidad?
Generales. Y con ese panorama concluiremos que el tema de fondo de la audiencia de marras va a ser... agenda nacional. Ítem más; en esos temas, perdona que te diga, Miras se encuentra como pez en el agua. Cómodo y holgado. Desde hace mucho tiempo, nuestro muy honorable 'panochari', cuando se asoma a una ventana televisiva, solo se centra en temas estatales. Tanta exposición mediática hace que sean muchos los que comiencen a ver a Fernando como un 'outsider' a nivel nacional.
Dice mi amigo, y digo bien porque lo es, Miguel Ángel Revilla que antes de un año van a convocarse elecciones generales en España. Ojo al dato, que diría García, mi butanito favorito. El augur cántabro, que aprovechó el minuto de oro de 'El Hormiguero' (cinco millones de espectadores) el pasado miércoles para lanzar, con Pablo Motos a coro, un '¡Viva Mazarrón!' que consiguió mas impactos que todas las costosas campañas nacionales del Info & Itrem juntas, habla así porque le ha puesto la oreja a los mensajes de rufianes y puigdemones. Y la cosa pinta mal. Pérdida de estabilidad, pérdida de apoyos... elecciones generales anticipadas.
2026. Si las aguas vienen por ahí, y no tiene pinta de que no vengan, asistiremos a la disyuntiva del lorquino de La Arboleja que ocupa la presidencia de San Esteban. ¿Abrir carrera en la carrera de San Jerónimo? ¿Repetir candidatura autonómica en 2027 con el riesgo de la inestable legislatura con Vox en el cogote o la posibilidad de que se produzca cierto seísmo en el seno del partido en 2026? El otro día un fotógrafo cercano al pesoe le sacó una foto al presidente en la que parecía que dormitaba en pleno patio parlamentario. No estaba en brazos de Morfeo, malpensados; Fernando andaba meditando, me cuenta mi enano infiltrado, sobre esos 'idus de marzo' que podrían producirse un año antes de las autonómicas y que le podrían hacer cambiar su hoja de ruta. Y hasta ahí mi jodido tribulete que en todas partes se mete, puede leer. Cómo será la cosa que hasta los Simpson están dispuestos a predecirlo y en la calle González Adalid andan reforzando los cimientos.
Baronías. ¿Y si Fernando se decidiera por Madrid, por lo antedicho? Los barones de Miras en San Esteban parecen claros: Marcos Ortuño y Luis Alberto Marín. El primero que parece haber abandonado su ruta regional de la BBC (bodas, bautizos y comuniones) en la que no había 'fiesta sin la tía Juana', que diría el gran Federico Trillo, sigue en la 'pole', ya que es el rostro del Gobierno, mantiene su poder territorial en Yecla y tiene corte de adeptos en el partido. Luis Alberto Marín no tiene ese poder territorial, pero a cambio cuenta con despacho propio en la calle Génova, a la vera del jefe Feijóo, lo que no es moco de pavo. Desde tiempos de Juan Bernal o Inmaculada García no se recordaba un consejero de Economía con tanto mando en plaza. Y luego está el tercero de esa terna de visibles: Joaquín Buendía, con dos condiciones que gustan en Madrid: alcalde con mayoría absoluta y presencia en el comité ejecutivo. Su fuerza la demostró cuando consiguió imponer en las listas europeas a su candidata, Maravillas Abadía, sobre la lorquina Adela Martínez Cachá.
Hay un tapado que no conviene ignorar. El alcalde de Santomera, Víctor Manuel Martínez, une al poder territorial su travesía del desierto, su formación en todos los campos políticos y el respaldo que podría encontrar en sectores hoy alejados de la dirección. Si surgiese una crisis imprevista en 2026, muchos en el pepé mirarían hacia Santomera. De Patricia Fernández, poco se puede añadir. Perdió su oportunidad, pero es una lideresa indiscutible. No cuenta de momento, pero tampoco convendría descartarla. Sobre todo si el cataclismo pepero que anuncian los Simpson para 2026 se acaba produciendo.
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