¿Desala... qué?

Y ahora te lo concreto para que me termines de entender. La Comunidad Autónoma un día se compró el mejor Mercedes en desalación. La desaladora de Escombreras. Eran tiempos en los que ya se atisbaba que con el Trasvase nos acabarían aplicando la guillotina y que, si no se buscaban soluciones, en Murcia hasta las ranas tendrían que ir con cantimplora. Como así va sucediendo. La huerta de Europa convertida en secarral, el gran logro de la sectaria Teresa Ribera tras los desatinos del desleal Rajoy y la incompetente Tejerina. Esa desaladora-Mercedes, por mucho que no lo entiendas, por mucho que se te caliente el magín y se te altere el caletre, está hoy aparcada en el garaje. Aunque no te lo creas, en plena época de gran sequía, con los agricultores echándose a la calle, con los hosteleros andaluces sufriendo cortes de agua corriente (ya sabes aquello de las barbas del vecino) y con algunos en San Esteban pariendo sansiroladas como la de enviarles agua desalada en barcos. Sí, ya sé que Perogrullo te parecerá mas ingenioso, pero es lo que hay.

Aparcada. El caso es que la desaladora-Mercedes sigue aparcada en el garaje de Esamur, empresa pública a la que le endosaron el paquete hace años y cuyo gerente, me cuentan que colocado en su día Vía Miami, ha salido tomando las de Villadiego. Me sopla mi enano infiltrado que, al parecer, ya se habría encargado el muchacho de cubrirse bien las espaldas con un informe jurídico externo. Y aparcada quiere decir, para que lo tengas claro, que pudiendo producir casi 23 hectómetros cúbicos de agua al año... solo aporta apenas dos hectómetros cúbicos, apenas el ocho por ciento. Y, para que te termines de cabrear, esa barbaridad nos cuesta a los murcianos de 32 millones anuales. Válgame san valgamé.

Regantes. Como no entiendo nada y es probable que tú tampoco, le encargo a mi enano infiltrado, ese pequeño tribulete que en todas partes se mete, que pregunte a cualificados regantes del Campo de Cartagena. En resumidas cuentas, te cuento lo que nos cuentan: «Necesitamos agua para ser competitivos y para afrontar las medidas que nos imponen Bruselas y el Ministerio, pero no hay concesiones, la desaladora está parada y la Confederación Hidrográfica y la Comunidad Autónoma no dejan de pasarse la pelota cuando las diferencias de criterio son mínimas y solucionables». «Nos dicen que el asunto es muy complejo, cuando el mecanismo de la desaladora es más simple que el mecanismo de un botijo. Este es un asunto político y no solo del pepé con el pesoe, sino del 'joven pepé' que quiere echar un tablacho con el 'viejo pepé' y los agricultores pagamos las consecuencias. Nos dicen que la desaladora es la 'herencia de Valcárcel', pero Valcárcel también les dejó en herencia autovías, depuradoras y universidades y eso por lo visto no cuenta». «Nos dicen que el asunto es difícil de resolver porque está judicializado para justificar la inacción de la Comunidad Autónoma; pero acaso no lo están también Acuamed o Adif, y por eso las desaladoras estatales no dejan de producir (salvo Valdelentisco, que está rota) ni los trenes de transitar».

Gota. Así piensan muchos de los que se van a lanzar a la calle el 21-F con tractorada por delante. No hay razones para que la desaladora de Escombreras, una de las mejores de Europa, siga parada. Las máquinas no delinquen. En todo caso delinquen los gestores. Unos por acción. Y otros por inacción, que para eso el legislador implantó en su día figuras como la prevaricación administrativa cuando se causa un perjuicio social. Con el agua que no se produce en Escombreras se podrían llenar cerca de un millar de balsas de riego, es decir, minipantanos. Y con los 32 millones de euros malgastados al año se podrían construir colegios, centros de salud o el tercermundista acceso al puerto de Mazarrón, uno de nuestros busques insignia turísticos al que se empeñan en dejar paticojo en los presupuestos año tras año. Y lo más grave del asunto es que Florentino Pérez estaba dispuesto a vendernos la desaladora a justiprecio descontando pagos de alquiler. Y PAS, siempre PAS, lo descartó. Para mear y no echar gota. Nunca mejor dicho.