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Belmonte. Dice el profesor, y sin embargo amigo, Belmonte que, en su parecer, suelo escribir con visión irónica, burlesca y a veces coñística de la realidad. Las picaduras de la ironía son siempre veniales, animadas por la 'iocandi causa', como afirma mi admirado De ... Domingo, y que en todo caso se curan con una terapia fácil y barata: la sonrisa. En cualquier caso, si es cierta la apreciación de don José, debe ser por alguna influencia malvada de don Mariano José de Larra, que desde el más allá me abruma con sus musas y ese estilo crítico y satírico que de joven llegué a devorar por etapas. Llevo escribiendo desde los dieciocho. Estaré rondando las diez mil entregas, no te creas, contando crónicas, artículos, comentarios, columnas, editoriales, críticas, entrevistas, reportajes, escaletas, guiones, portadas y demás formatos del periodismo escrito, radiofónico y televisivo. He recorrido diarios, revistas, radios y televisiones y hasta me atreví a cruzar la frontera política, con cartera y sin cartera, con escaño y sin escaño. Me he metido, por tanto, en parlamentos, ágoras, estadios, teatros, asambleas, mítines, circos y odeones. He subido y bajado escenarios. He organizado galas televisivas, campañas de reconocido prestigio internacional, foros inigualados y tertulias trascendentes, algunos de los cuales todavía aletean. Habré escrito centenares de discursos propios y ajenos. He ejercido de grumete, aprendiz, meritorio, auxiliar, redactor, jefe de sección, redactor jefe y subdirector. He formado parte de los equipos fundacionales de dos semanarios y un periódico, 'La Opinión'. Trabajé con maestros de la radio como José María García, Joaquín Prats y Mascarell. Compartí micrófono con primeras series como Contreras, MJ Alarcón, Ferrer, Cuevas, Marcili, Olmos y tantos otros. Y cuando me llamaron Valcárcel y Fayrén para que cruzase la trinchera política con la curiosidad del que quiere descubrir la cara oculta de la Luna, llegué a debatir con excelentes adversarios políticos (nunca enemigos), habiendo participado como portavoz en más de un centenar de ruedas de prensa. La televisión autonómica hoy es una realidad porque un Consejo de Gobierno aprobó en su día la propuesta que llevamos Fernando de la Cierva y un servidor para ponerla en marcha. Otra cosa y otra historia es que la radio y la televisión pública funcionen y se administren a día de hoy, en esta Región, como debieran.
Pisplás. Perdona que te cuente todo esto, pero es que la vida pasa en un plisplás. Oye, que parece que fue ayer cuando llegué barbilampiño a la redacción de LA VERDAD desde el diario 'Línea' y Radio Juventud, donde había velado mis primeras armas con el inolvidable maestro Ibarra. Llegué, ya te digo, a este periódico en el que todavía escribo, para que Antonio Montesinos me puliese en el periodismo deportivo, Paco Saldaña me confiase la coordinación de aquellas 'olimpiadas murcianas', Los Juegos Típicos Regionales. Para que Carreres me adiestrase en introducir teletipos, mi 'Gordico' García me ilustrase en el arte de la entrevista, Perico Soler me contagiase del estilo chancero y jocoso del 'Payo Gómez' o mi 'brother' Chimo García Cruz me iniciase en el arte de titular. Casi todos ellos, por el cielo andan ahora. Mejores maestros, imposible.
Mariángeles. Parece que fue ayer, ya te digo, cuando entre Teodoro Cano, Goyo Bustamante y Antonio Meseguer me hicieron recorrer todos los pueblos de la Región para confeccionar aquellos números extraordinarios de las fiestas patronales. Claro, y allá que me iba yo a entrevistar a alcaldes, curas, comisiones de festejos... y a las reinas de las fiestas. Desfile de bellezas, ya te digo. Entre entrevista y entrevista, el cántaro iba a la fuente. Y al final acabé en Lorquí haciéndome novio de la que entonces era su reina de fiestas y hoy sigue siendo mi mujer. La más guapa, con perdón, por dentro y por fuera. La entrevista de mi vida. Corría septiembre de 1973. En suma, medio siglo juntos para que mi santa y yo celebremos la efemérides, fíjate tú qué coincidencia, el mismo año que el periódico que nos unió cumple ciento veinte. Causalidad de casualidades. Te cuento todo esto porque el tiempo vuela y el mañana se me ha hecho hoy sin darme cuenta.
General. Decía Mc Arthur, y decía bien, que «la mujer del general es el general del general». Tardé poco en darme cuenta de eso porque nada, absolutamente nada, de lo que yo haya podido hacer o conseguir hubiese sido posible sin la aportación de mi mujer. Ella ha sabido pulir con dulzura mis múltiples defectos. Ella ha sabido gestionar las etapas en barbecho, que como todas las parejas hemos vivido. Ella ha ido sembrando sentimientos a voleo y yo he ido detrás recogiendo los frutos. Ella ha sabido domesticar mi espíritu de azogue para que cuando nos hemos tenido que pedir perdón, yo mucho más que ella, hayamos obtenido indulgencia plenaria. Cumplir cincuenta años (cinco de novios más cuarenta y cinco de casados) en un tiempo en el que cada cinco minutos se destruye un matrimonio, tiene su aquel. Los méritos son suyos y los deméritos que pueda haber, míos. A estas alturas de la vida, qué quieres que te diga, ya no valen los postureos.
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