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Cuando eres joven e indocumentado y todavía no sabes en qué consiste la existencia, lo que le pides al año nuevo, infeliz, es que te traiga algo mejor. Cuando la vida ha pasado lo suficiente a tu través, lo que le pides simplemente al año ... nuevo es que no traiga algo ni mejor ni peor que el anterior, que nos quedemos como ayer. Que no vengan sorpresas. Tampoco las agradables, claro está. Uno nunca sabe contra lo que vienen las sorpresas agradables, qué nuevos desastres 'amigos' causarán, que daños colaterales provocarán. Ninguna alegría insospechada queda impune, el que te caiga el Gordo de la lotería, sin ir más lejos.
Lo mejor que podemos esperar al acabarse 2023 y empezar 2024 es que durante ese año no pase absolutamente nada. Ningún desastre especial, ninguna alegría especial. Que el que es cojo aparezca el 1 de enero de 2025 igual de cojo que en 2024, pero que no le haya añadido a eso, por ejemplo, la ceguera. Uno sólo puede esperar no añadir demasiadas cosas invivibles a las que ya tenemos encima, en este año de parabienes que empieza esta noche. Lo que el que pueda debe mantener para este nuevo año es la buena salud. La financiera. Lo importante es el dinero, la salud física o psicológica ya se sabe que va y viene. Un año 2024 sin que se te mueran todos los seres queridos que quedan, sin verse uno en la cárcel, sin grandes desamores que te dejen despedazado, reducido a cenizas y expuestas esas cenizas al soplo de los cuatro vientos, ya podremos decir que ha sido un año razonable. Años buenos yo sólo he conocido los de las grandes añadas de vinos. Siempre pienso en aquel epitafio tan delicado que rezaba en la lápida de un emperador chino: «Fue feliz durante dieciocho días, no consecutivos». Si alguien dice que ha sido feliz durante trescientos sesenta y cinco ininterrumpidamente es como para sospechar. De un nuevo año hay que aguardar que pase inadvertido. Que no haya que aplaudir en los balcones y cosas así.
Con vernos en 2025 sin ninguna novedad a destacar y siendo sólo un año más viejos ya será un año bueno. Los años malos nos envejecen igual que si hubiesen pasado varios a la vez. Las desgracias actúan como la apnea: esperan a que salgas a la superficie, por mucho que hayas aguantado, para tomar aire violentamente. Yo sólo quiero pasar 2024 en una agradable oscuridad, sin que me golpee mucho la vida, sin que pasen los días como minutos y, como ocurre cuando estás en medio de una situación infernal, sin que se pasen los minutos como eternos días. No espero nada de ti, 2024, y es lo mejor que puedo desear.
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