Borrar

Hay personas que mueren y a la mañana siguiente puede decirse, sin resultar cruel, que en el planeta parece que ya se respira mejor. El expresidente italiano Silvio Berlusconi caía simpático a todo el que lo conocía en la distancia corta, era un conquistador sobre ... todo de enemigos, que pasaban a no serlo. Con un solo apretón de manos empezaban a verlo cálido, sincero, amante de su país y del orden, pero lo mismo le pasaba a Benito Mussolini. Los italianos tuvieron que horrorizarse al aparecer colgado de una gasolinera de Milán para contemplarlo tal cual era: un infatuado socialista con ridícula ansia de grandezas que nunca había podido pagar. Ahora que Berlusconi ya no está en disposición de dar un apretón de manos a nadie puede que empiece a verse como lo que no dejó de ser nunca: el buhonero que ha embrutecido para siempre y sin remedio alguno a millones de incautos de varios países, con sus putrefactas televisiones, tan dicharacheras y 'puter' como él mismo. Hizo mucho peores a demasiados.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Ahora qué, Silvio