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Van a nombrar a Rita Barberá alcaldesa honoraria de Valencia, además de dedicarle un puente sobre el Turia. Pero Valencia dejó morir apestada a esta inocente. No creo generalizar si digo que fue, en general, Valencia, no solo la oposición política de izquierda. Sobre todo ... por comodidad de su propio partido. Está bien intentar reponer el honor después de fallecida, cuando si no puedes reponer su vida tampoco puedes hacerlo en realidad con el honor. Rita Barberá, caben pocas dudas, murió poco sorprendentemente de un infarto agudo una madrugada en un hotel de Madrid; murió de olvido, por causa de tanta gente que hacía como que se ataba los cordones de los zapatos cuando ella se acercaba a saludar. Su teléfono había dejado de sonar desde hacía tiempo: no la llamaban ni desde Sudamérica para ofrecerle tarifas telefónicas. Pidió a recepción en la alta noche un pincho de tortilla española, su correspondiente whisky para pasarlo (era castiza, que no 'castuza') y se fue abonico, que hubiese dicho el difunto maestro García Martínez. O sea, se murió quejándose por lo bajito.

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laverdad Rita Barberá