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Los tiempos pesimistas se repiten cada cierto tiempo, con lo cual no es cierto que vivimos en la peor época posible. Las peores épocas posibles de una sociedad son cíclicas, alternadas con épocas alegres, y no es posible dictaminar qué época pésima fue en su ... momento considerada la más pésima de todas. Lo único claro es que todos los que pasan los cuarenta años han conocido tiempos menos desalentadores que éste. Si el tiempo pasado suele pensarse como mejor sólo es por dos razones incontestables: éramos más jóvenes y todo el mundo que habíamos conocido estaba aún vivo. Eso no se puede discutir. Puede incluirse una tercera razón para la nostalgia: la gente solía tener más dinero.
Vivimos un tiempo pesimista, y no creo haya que dar muchos detalles de por qué. La mayor época optimista más o menos reciente nació con la bomba atómica. En los años 50 la sociedad norteamericana creía que poniéndose debajo de un pupitre en una escuela era posible protegerse de una bomba nuclear que cayera al lado. El optimismo los hizo como niños, jovialidad que extendieron al mundo: los coches eran naves espaciales, se inventó el turismo a lugares exóticos y la comida cuanto más fosforescente y acrílica, mejor. Eso duró en una agradable cuesta abajo hasta la crisis del petróleo, cuando todo se despeñó abruptamente y los optimistas comprobaron que los habían engañado, incluyendo cuando los expertos les decían que las grasas industriales polinsaturadas eran mejores para la salud que el aceite de oliva. Los famosos años 80 fueron un pálido intento de arreglar el mundo, pero ya desde entonces se ha arreglado poco. El nuevo milenio es un galimatías delirante. Es normal que la gente piense que un mañana mejor ya ocurrió ayer.
Ahora, tras la tendencia ridícula de los libros de autoayuda, están de moda los libros de autoayuda que van contra la autoayuda. De querer que seas feliz sonriendo hemos pasado a la recomendación de que estés jodido para crecer y enfrentarte con la verdadera cara del mundo. En realidad, todos consiguen hacer más difícil la vida del incauto lector. La única diferencia entre el mal rollo y el buen rollo es que el segundo es uno o dos tonos más oscuro. Éste de hoy no es el peor de los tiempos que viviremos. Sólo nos queda aguardar un poco. Como lo que dicen en Boston del clima cambiante de la ciudad, «si no te gusta, espera sólo diez minutos».
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